Matteo Moreira planificó y le llevó tiempo encontrar la luna y el monumento a las Llamadas en el lugar elegido para la fotografía, hasta que se dio. Paciencia, conocimiento y calidad del joven fotógrafo para lograr una imagen a la que nos permitimos agregarle algo parecido a una poesía.

 

La luna mira de lejos al tamboril solitario

mientras febrero se asoma en el silencio del barrio.

Las manos de los lubolos duermen sin poder tocarlo

y las cinturas morenas ocultan un quiebre extraño.

Sin carnaval ni llamadas, todo parece tan raro,

solo la luna allá arriba y el tambor que de callado

oculta lágrimas negras en su rostro emocionado.