Unas nubes se posan mirándose en el río
y peinan sus cabellos en el espejo frío
que tiene como marco sauces y sarandíes
y un fondo de los pájaros con cientos de silbidos.
Por acá los dos botes descansan al unísono
y enfrente el arenal respira con alivio
porque las manos duras del hombre se han perdido
en las casas humildes donde muere el camino.

Foto: Walter Andrés Martínez