Fue hace aproximadamente 40 años.

Eusebio “Cololo” Miguez, que trabajaba ya en “Servicentro Esso” de la calle Dr. Emilio Penza entre 18 y Artigas, vio llegar un cliente al sector de lavados de vehículos, que pidió algo distinto: lavar un elefante.

El circo estaba instalándose en la ciudad y como era habitual, sus artistas y principales animales se exhibían en un desfile por el centro.

En uno de esos pasajes, el domador del mamífero más grande del mundo, llegó con un ejemplar de más de 3.000 kilos y preguntó si podían ceder el sistema de lavado del local para “higienizar” a su elefante.

Eusebio tras la aprobación de los propietarios de la empresa, abrió el grifo y el propio domador efectuó el trabajo.

Fue una exhibición gratuita para el público que se ubicó alrededor, donde el elefante respondía levantando las manos o las patas, ante la indicación del domador que, incluso se puso bajo aquella mole inmensa para lavar las partes inferiores.

Hoy “Cololo” sigue lavando coches, en el mismo lugar, sin olvidar aquella experiencia que la fotografía se encarga de guardar como un documento más que elocuente.