Hemos ido de a poco perdiendo la alegría.

En los últimos días la decisión del Ejecutivo Comunal de no realizar el tradicional desfile inaugural de carnaval y la Revancha de las Llamadas ha generado que el tema estuviera en las redes sociales y en declaraciones de actores del ambiente carnavalero, especialmente desconformes con tal medida.

Creo que esto va mucho más allá de los anuncios y que viene de una situación que se arrastra de decenas de años, con responsabilidad compartida.

Desde hace mucho tiempo el Carnaval es una mínima expresión de lo que otrora fuera la fiesta más popular por excelencia. En Durazno solo se disfruta el Desfile de las Llamadas durante dos o tres fechas puntuales. Es tan solo una parte del Carnaval, el resto no existe,

Donde están las murgas, o los conjuntos humoristas que salían desde distintos barrios de la ciudad y arrastraban en cada presentación a los vecinos de esas barriadas, como una hinchada que sigue a su equipo predilecto? Desaparecieron, porque coincidiendo con el cambio generacional, faltó el incentivo para convocar a concurso de quienes han tenido en la última década la responsabilidad de hacerlo y porque algunos protagonistas directos se conformaron con el espacio que tenían y vieron desaparecer a su lado manifestaciones genuinas que hoy reclaman.

¿Dónde están los tablados barriales?

¿Dónde están aquellos bailes de disfraces y asaltos de mascaritas? Los había en todos los clubes, barriales o de copete, que habilitaban sus salones a tales efectos, o escenarios especialmente contratados, o en la calle, mismo en la cuadra del barrio. Nos quedamos con la reminiscencia del Teatro Español y ni los propios empresarios hicieron algo para no perder esas manifestaciones divertidas.

Hemos ido de a poco perdiendo la alegría.

Solo quedan las Llamadas, siempre colmadas de público; público que no va a divertirse, van a presenciar lo que otros hacen, les divierte ver como otros se divierten, asisten como al teatro, observan y desean, imaginan lo que les gustaría hacer, pero no se atreven, porque fueron perdiendo la práctica de hacer Carnaval, ser protagonista.

Todos tenemos parte de culpa de que esto esté sucediendo, pero mucho más la tienen aquellos que creen saber de todo y han excluidos a los expertos y con ello provocaron la desaparición del verdadero Carnaval, con sus variados espectáculos cargados de color, imaginación y alegría y aquellos que se fueron conformando con lo que le daba la Intendencia y no atinaron a organizar con espíritu amplio su propio espacio.