ARTIGAS VIEJO

Retrato de Alfredo Demersay

José Gervasio Artigas, el prócer de la nacionalidad oriental, falleció repentinamente el 23 de septiembre de 1850 en Paraguay -país al que había llegado 30 años atrás- en su residencia en el barrio Trinidad, de la capital Asunción.

En aquel amanecer, las últimas palabras del Karay Guazú, como le llamaban los guaraníes, fueron “¡Mi caballo! ¡Tráiganme mi caballo!”

Los restos del general recibieron sepultura en el Cementerio de la Recoleta, en el sector denominado “Campo Santo de los Insolventes”, a poca distancia de la quinta en la que entonces vivía.

Poco tiempo antes, el ingeniero Mayor Enrique de Beaurepaire Rohan relató así su encuentro con el anciano caudillo oriental: “No me cansaba de estar frente a frente con este hombre temido, de cuyas hazañas había oído hablar desde mi infancia, y que mucho tiempo creía muerto. Por su parte, no se manifestó menos satisfecho el viejo, al saber que me conducía a su morada la fama de sus hazañas. Entonces, me preguntó risueñamente, ¿mi nombre suena todavía en su país de usted? Y habiéndole contestado afirmativamente, dijo, después de una pequeña pausa: “Es lo que queda de tantos trabajos: hoy vivo de limosnas”.