Cantar inventando el alba.
Si bien la nostalgia atrae la atención en esta jornada de 24 de octubre, es bueno recordar que hoy es el “Día del Payador”.
En un nuevo aniversario del nacimiento de Bartolomé Hidalgo (1788-1822), pionero de la poesía gauchesca y emblema para los promotores de la cultura criolla, en el año 1995 el Parlamento uruguayo aprobó la ley 16.764, declarando al 24 de agosto, como el «Día Nacional del Payador».
Creador de frases espontáneas donde se ve reflejada la realidad del hombre de campo y de su rutina, con el paso de los años y desde la visión gauchesca, la payada se fue instaurando como expresión cultural del país.
¿Qué es una payada?
Poeta, cantor, improvisador. Así como el payador del campo la utilizaba como forma de expresar sus sentimientos y la realidad que le rodeaba, este artista tiene la habilidad de elaborar la historia, la rima y el canto sobre lo que sucede en el momento en el que está payando o sobre temas que le propone su público. Por lo general, acompaña con guitarra sus versos octosílabos. El tema se presenta en los primeros cuatro versos y se desarrolla en los seis restantes; el pensamiento contenido en la estrofa debe concluir en el décimo verso.
En el contrapunto, cada payador responde las preguntas de su contrincante y luego pregunta del mismo modo. Pueden durar horas y finaliza cuando uno de los cantantes no puede responder rápidamente a la pregunta de su rival.
Los nuestros
En Durazno varios payadores recorrieron su historia y fueron protagonistas de momentos inolvidables en peñas, festivales, fiestas criollas, beneficios escolares, et.
El payador Valdez recordado por su programa en Radio Durazno en la década del 50. Eduardo Moreno Tórtola que payó en contrapunto con Aramis Arellano en el primer Festival de Folclore realizado en 1973, cuando ya estaba radicado en San José.
Desde 1960 o antes, José Ricardo Diaz defendió a capa y espada el arte payadoril y poco después, llegó desde Florida Eduardo Espinosa, baqueano en la doma y que, tras un accidente, se dedicó de lleno a la improvisación, transformándose en un ícono de ese arte a través del programa “Fogón para el mediodía”.
Félix Ortiz, Maisonave, Carlos Rodríguez y otros tantos que seguramente no recordamos hoy, fueron parte de un etilo, cultores de una tradición que amenaza con extinguirse y que unánimes definen como un arte, los payadores uruguayos continúan improvisando décimas y se adaptan, como pueden, al siglo XXI.