botes

Duermen junto a la orilla en silencio abandono

viendo pasar las aguas que ya no volverán

y en  su espalda de arenas, los sauces y el otoño

con ojos asombrados los miran bostezar.

Las manos y los remos se han quedado prendidos

a la casa del barrio de una triste ciudad

donde impone sus reglas una arisca pandemia

y donde todo tiene aroma a soledad.

Cuando pase esta noche que nos trajo aquél día,

tan larga y fastidiosa que cuesta soportar,

volverán a hacer ondas en la cresta del río,

y a jugar con la brisa de algún  camalotal.

Volverán a la vida, volverán, volverán…

 Jc

 

Fotografía. Walter Andrés Martínez Cawen