La cara oculta de ser policía
En el «Día de la Policía Nacional» nos permitimos reproducir el siguiente artículo que nos habla de la tarea de un policía y su relación con la Comunidad.
Estamos acostumbrados a ver a los cuerpos y fuerzas de seguridad como instituciones dotadas de personal, cuyo comportamiento debe adecuarse al cumplimiento del ordenamiento jurídico, tener buenas relaciones con la comunidad, realizar un correcto tratamiento a detenidos, tener una dedicación profesional en defensa de la ciudadanía, y por supuesto ejercer su trabajo bajo la responsabilidad que el uniforme que lleva puesto otorga.
Se podría decir que todas estas cuestiones vienen inherentes en el puesto que desempeñan, de la misma forma que un arquitecto, un médico o un juez entre otros muchos profesionales, también se encuentran bajo el peso de la responsabilidad profesional por el cargo que desempeñan, y parece por ello procedente preguntarnos: ¿Qué se oculta debajo del Uniforme?
Personas
Personas que sufren o padecen cuando observan cualquier desgracia, presencian un trágico accidente o cuando acuden a un lugar donde cientos de personas corren en la dirección contraria a ellos.
Personas que en muchas ocasiones tienen miedos, dudas o fragilidades a la hora de afrontar situaciones en las que nadie querría encontrarse. Aunque en casa les espere su pareja, sus hijos y en definitiva, su familia, deben actuar con la decisión necesaria en aras de proteger a la ciudadanía y garantizar que los derechos de las personas son respetados, afrontando el riesgo que sea necesario para ello.
Esta cara oculta y a veces ignorada sobre los profesionales de la Policía como personas, es una realidad que no siempre es visibilizada por la sociedad
Ya que a veces se ignora el elemento personal y se observa a los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad como solo uniformes que trabajan, vacíos de cualquier componente personal y lo que ello supone, como si no tuvieran miedos, dudas, pasiones, filias y fobias, que los buenos profesionales impide que influyan en su trabajo cumpliendo y haciendo cumplir la ley.
No es de extrañar situaciones de estrés postraumático que muchos policías tienen tras vivir situaciones complejas, tanto físicas como emocionales en sus cometidos profesionales. De hecho, según diversos estudios existentes es una de las profesiones con mayor índice de suicidios en España, y es que el uniforme es una herramienta de trabajo pero no sustituye nunca a la persona.
¿Qué sucede el día después de actuaciones policiales que han sido complejas emocionalmente hablando?
Deben colocarse ese uniforme que muchos han optado por considerarlo una coraza e iniciar un nuevo día de trabajo con las mismas exigencias de siempre, dispuestos a afrontar riesgos y tratando de olvidar el día anterior, por muy complicada que fuera la situación vivida.
Una sensación común a la inmensa mayoría de policías es sentirse solos y abandonados por las instituciones ante una actuación compleja. En vez de proteger el interés general y respaldar la actuación del agente, muchos mandos y políticos se preocupan más por velar por lo políticamente correcto, dejando sin defensa al agente al no respaldarlo en su actuación.
Si las cosas salen bien, esos mismos serán los primeros en la fila de las recompensas.
Por esto y otros muchos factores debería ponerse en valor la condición de las personas que se encuentran debajo de los distintos uniformes de las fuerzas y cuerpos de seguridad, no ignorando que los miedos, dudas, fragilidades de las personas también les afectan a ellos, aunque el deber y profesionalidad les obligue a ocultarlos ante la sociedad.
Autor: Javier Gil Martínez