La mejor escuela es un buen hogar

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Y los hechos lamentables de desorden y agresiones se siguen repitiendo- es bueno decirlo no solo en Durazno – y la gente lo comenta lo discute y en su mayoría, se indigna.

El dedo acusador se dirige a la policía, la justicia y en muchos casos, a las autoridades municipales.

La entrada en la adolescencia suele ser una época  difícil para los adolescentes y sus padres. Pero, lamentablemente, hay casos que se alejan del comportamiento normal y que consiste en un patrón repetitivo y persistente de conducta antisocial, agresiva o desafiante.

Desde tiempos inmemoriales hay quienes a través de la fuerza intentan destruir lo que con mucho esfuerzo ha edificado la razón. Hay quienes se sienten con el derecho de trasgredir los límites que separan la cordura de la insensatez, amparados en su propia lógica; pues en su particular modelo de pensamiento, el fin justifica los medios, sin importar a quienes se lleven por delante.

Siempre habrá quienes consideran que el mundo les debe algo, y que todos tenemos que pagarles. Porque sus acciones de destrucción nos tocan a todos, sin distingo de clase, credo o idiosincrasia. Cada acción vandálica, cada acto de corrupción y cada omisión de intervenir y hacer lo correcto, es un acto de violencia.

Observar estos videos que ellos mismos o sus amigos han subido a las redes, es una demostración clara de cómo, unos pocos jóvenes, toman el destruir por destruir como una gracia.

¿Y los padres?

En muchos casos, el rol de los padres debe pasar de ser el de un mero proveedor económico a formar parte activa en la educación y crianza de los hijos, corrigiéndoles severamente cuando la situación lo requiera.

La policía podrá reprimir, la justicia castigar, pero los padres deben hacer mejores ciudadanos porque si algo se aprende en casa y en comunidad, son normas de convivencia.

Los padres también deben asumir la responsabilidad.

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