Que no se calle el tambor, que no se calle…

Foto: Andrés Martínez Cawen.
Este sábado, fue la despedida definitiva de “Uráfrica”. Sus responsables, sus integrantes, esa gran familia que la componen, cerraron un capítulo rico, extraordinario.
Sus tambores y bailarines estuvieron en el barrio donde nacieron para despedir una etapa, sin dejar morir el amor por un ritmo que se lleva en la sangre y que solo pueden definirlo quienes lo practican.
Los González – la forma más gráfica de nombrar a la familia gestora – fueron los que dieron el adiós, pero recibieron a la vez, el afecto y la comprensión de todos aquellos que conocieron de cerca la tarea desarrollada y de muchos que, simplemente como espectadores, tienen claro lo que significó la Comparsa para Durazno.
Pero estamos seguros que el tambor no callará su voz.
Las mismas manos u otras, golpearán sus lonjas en el futuro; los bailarines seguirán con pasión su ritmo y las estrellas y estandartes recortarán otros retazos de cielo.
Uráfica como tal, deja el camino del candombe, pero imposible será que sucumba su recuerdo y se multiplique su legado.