LUCES Y SOMBRAS DEL 51º FESTIVAL

Pasada ya la quincuagésima primer edición del Festival de Durazno, como cada año, quedan luces y sombras. Se tratará de alumbrar las sombras, sin encandilar las luces, para ir haciendo del evento duraznense por excelencia, cada año, una versión mejorada.
En tiempos políticos, les agradezco no me metan en esos bailes, hablar de cosas buenas sin que te digan que le estás chupando las medias a uno, y hablar de cosas malas, sin que te digan que estás siempre en contra de otro, es una tarea difícil, pero que se debe hacer. Básicamente porque siento que es desde donde podemos aportar todos, buena instancia sería que lean estas palabras no pensando en política, sino, en apreciaciones que quizás, pueden llegar a ser útiles alguna vez. Todo suma.
Dentro de las cosas positivas, el trabajo que lleva la realización de un evento tan grande, es algo a resaltar. El niño mimado es el escenario mayor sin dudas, pero este evento tiene también, hace ya unos cuantos años, un evento gaucho, con desfile, aparcerías y mucha gente que aprendió a vivir ajena a lo que en la noche sucede en el San Pedro del Durazno. Ese evento lleva muchísima logística que organiza la gente de La Criolla de Durazno junto con la intendencia, a ellos las felicitaciones, logran que cada año todo vaya mejorando. Capítulo aparte para la fiesta del Rancho de Piedra, es una muestra más, dentro de la movida gaucha, que el sentir de la tradición sigue adelante, sin importar las edades.
Otro saldo positivo es la confirmación del escenario diurno de la plaza, allí de manera mas descontracturada, se suben artistas que han estado en el escenario mayor y también, algunos que piden ser escuchados para ir logrando esa unión con el público que luego, si todo el proceso funciona bien, les dará réditos cuando los llamen a una de las noches del Festival. La gente abrazó esta idea desde su reinicio y ya se nos ha hecho sana costumbre, ese mate a las sombras corredizas de los plátanos.
El sonido fue en los últimos tiempos, un tema que estuvo siempre en la boca de todos, desde abajo del escenario la gente se solía correr, hasta no quedarle otra que someterse, a los estridentes ruidos que golpeaban desde el escenario a unos tímpanos, que tenían que estar 5 horas aguantando, y a las dos horas ya no daban más. Por suerte este año, todo ha sido disfrutable, sólo la gente de Sin Fronteras sonó mucho más fuerte de lo normal e hizo que personas buscaran otros lugares más alejados, hay que entender que el sonido es para mejorar un espectáculo, hacerlo ameno, que lo que por los oídos entra y no suena a grito, va a ser apreciado de otra manera. El poder, no está en el alto nivel del volumen, si no muchas veces, en pasar desapercibido para que la gente, valore de buena gana lo que fue a hacer al parque… escuchar.
Sobre lo que sucedió arriba del escenario, en algún momento se presentó a un violinista que tocó y nunca sonó, quiere decir que el sonido para afuera había estado apagado todo el tiempo y la actuación ya estaba bastante avanzada. También estuvieron los ya sabidos problemas que el cantor de Las Voces del Suquía dejó entrever, en otras actuaciones, hubieron algunos artistas que parecían no conocer la letra, porque por ejemplo, no las arrancaban cantando a tiempo, sin embargo, a medida que el sonido se hacía eco de sus pedidos, los espectáculos funcionaban correctamente. Raro ese punto porque todos los artistas hacen prueba de sonido, raro porque todo lo que se prueba queda grabado y avalado tanto por el sonido como por los artistas, raro.
Igual, esta versión de sonido estuvo muy por encima de la que fue en años anteriores, donde a veces la gente, escuchaba más a algunos músicos por los retornos sobre el escenario, que por lo que salía (?) de los parlantes al público.
Punto alto para el sonido en este año 2025, aunque nos queda la duda si lo del sonido acorde, ocurrió por iluminación del sonidista, o por falta de presupuesto para poner más columnas de parlantes, ojalá haya sido la primera opción.
Hablando de iluminación, otro punto que mejoró sensiblemente, aunque quedó un poco más lejos que lo logrado por el sonido, los juegos de luces están ideados para hacer mover a la gente, para llevarla en medio del baile, a un lugar donde todo sea más libre, ese es el fin de lo que genera la confusión del ida y vuelta de luces y colores. Podría ser aplicable para otros momentos, en un festival la gente quiere mirar lo que sucede sobre el escenario, no estar esquivando potentes luces que pasan por sus caras. “Pah, me quemó el ojo”, le dijo un niño a su madre mientras dejaba de mirar el escenario, eso, no es lo deseable supongo. Focos fijos sobre los que están expresándose en el escenario, sería lo lógico, sentarse a mirarle la cara, las expresiones, las muecas, a los músicos que se admiran, es el objetivo que debería de cumplir el “lucero del Yí”. Otro dato, cuando quien esté hablando salga del alcance de las luces del escenario, siempre está bueno tener un seguidor a mano, porque si no quién está mirando de frente, pierde total referencia de lo que está sucediendo. Igualmente, la luz, se llevó un grado de mejora importante de acuerdo a los últimos años, aún falta pensarla un poco más y no quedar tan atados a los juegos de luces programados, a veces muchísimo menos, es muchísimo más, frase nunca dicha.
La gracia del baile es sin lugar a dudas uno de los puntos más altos de este festival. Vilipendiada por varios años, sobreviviendo agazapada en las reuniones de bailarines, en algunas actividades camperas y poca cosa más, el baile volvió y corcoveando, volvió y brilló, gustó, enamoró, paseó su gracia entre polleras y ropas gauchas, le mostró a la gente que, en tiempos donde los adolescentes no encuentran espacios para divertirse, hacer amigos, practicar deportes, tienen en los grupos de danzas, lugares más que propicios para hacerlo. Fueron años duros, difíciles, de bailar bajo los rayos del sol, para luego en la fresca noche, mirar de costado un escenario que los llamaba, como el padre que necesita de sus hijos para vivir completo.
Este año 2025 la danza tuvo otro espacio, y ella y el escenario se abrazaron y soltaron al aire grandes momentos, este año ha sido reparador, ojalá que se confirmen muchas cosas para años venideros, ojalá toda esta esperanza, no caiga en saco roto. Igual ahora ya vimos, que la danza está viva, que la unión del hombre y sus costumbres incluye danzar, conectarse con lo que somos y con lo que el cuerpo puede expresar. Gracias danza por esperar, por volver y ser, parte fundamental de la belleza de este Festival 2025.
La organización del Festival es también sin dudas, uno de los puntos altos, como dijimos en un principio, este escenario tiene tantas manos que se puede tornar a veces inmanejable, con el paso del tiempo, las distintas formas de organización han logrado que todo fluya por un sentido muy productivo para el evento. Los artistas llegan a un lugar bastante exclusivo, pueden estar cómodos y tranquilos, la prensa puede estar en un lugar cómodo también, al lado de un escenario que le permite tener contacto fácil con los artistas y a la vez, estar de frente al público para ser, primeros testigos de lo que sucede sobre el escenario. También los puntos de ingreso, los estacionamientos, todo fluye ya de una manera que nos resulta común para quienes usamos esos servicios, pero que lejos está de ser algo sencillo de manejar. Punto alto también.
La Seguridad.
Tanto los trabajadores de la seguridad en el escenario y en otros puntos importantes, como la policía en todo el predio, brindaron la seguridad necesaria para que un evento tan masivo, transcurriera sin mayores sobresaltos. Aplausos.
Los presentadores del Festival
Volvió al escenario, el respeto representado en la ropa, en las charlas, en el respeto hacia los artistas, existieron algunos puntos evitables fruto de los momentos, pero que no hicieron al resultado final. Hay que entender para quienes organizan los eventos, que los presentadores son los que se comunican todo el tiempo con el público, los que están ahí para expandir un momento, o para tomar nota, lindo sería hacer un trabajo previo de tres o cuatro meses con quienes vayan a trabajar sobre el escenario, para que se conozca de lo que se habla, sobre la música, los artistas, la historia y el futuro. Ser presentador no es subirse a decir el nombre de un grupo, no es buscar el aplauso fácil de quiénes son de Nacional y quiénes aún hoy, siguen siendo de Peñarol. Los presentadores, son la cara del festival, la palabra del festival, lo que el festival quiere decir no sólo a la gente que está ahí, si no a la gente que los escucha o los mira por televisión y necesita, que quien está sobre el escenario le transmita en los pliegues de su voz, el momento que se está viviendo. Ojalá se entienda que cada parte de un festival tan importante, es una parte única.
Este año todo eso se salvó, porque Jesús Carlos Correa tiene una impronta y es la voz del Festival, porque Montesdeoca, quizás por ser un hombre de tiempos donde no había tantas redes, cayó en lo que en una de ellas se dijo, pero se pudo levantar porque tiene espaldas también, y es conocedor de Durazno y de su gente, porque él es uno más y también sabe lo que dice y hace, le sobra espaldas, que es lo que a muchos de las redes no, también en ese caso, le sobró bronca y no debió de hacer víctima de una discusión ajena, a los presentes que ahí estaban. Igualmente quedó en claro su postura y la gente entendió el mensaje.
En este punto vale resaltar el nudo del tema, los festivales son una máquina de sonido donde se junta la gente, en lugares tan grandes el sonido pasa a ser más importante que muchas de las cosas que antes eran más valoradas. Hoy el sonido impera, el sonidista es el dios del evento, puede hacer de un espectáculo algo inigualable o un grito inescuchable. Ahora, de tener ese poder dado por las nuevas tecnologías, a ser quién maneje todo el festival, creo es una cosa exagerada. Porque el sonidista, no puede tener alma, y está bien así, el sonidista tiene que hacer que todo suene bien, o intentar hacerlo, pero no está ahí para analizar lo que el público quiere o lo que el artista ha logrado, y está bien.
Para manejar eso es que están los presentadores, no sucede así en los festivales de hoy, o al menos, según explicaron tanto Jesús Carlos Correa como Eduardo Montesdeoca, no es lo que sucede en nuestro Festival. Algo a mejorar sin dudas y de manera urgente, porque lo dicho anteriormente, el festival tiene alma porque es una expresión artística, y esa es su razón para estar vivo, de lo contrario, pasa a ser sólo perillas y tiempos para enchufar y desenchufar y la verdad, que todos prefieren una buena canción.
También el festival tuvo en su conductora femenina, la cara cordial y las ganas de dar una mano que la gente valoró en muy buena medida, Andrea es una persona muy querida por el público, ella lo sabe y lejos de usarlo a su favor, lo usa como exigencia de responsabilidad, sería bueno también, que valoraran realmente su trabajo, invitándola a ser parte del evento con meses de anticipación y no un par de días antes, se lo merece Andrea, se lo merece el público, los artistas y lo que sale cada noche de toda esa mezcla de factores.
Punto muy alto y necesario para los tres presentadores, mostrando lo que se puede hacer, aunque a algunos sólo les parezca, que es ir a nombrar artistas.
Puntos a mejorar…
Desde aquel festival en el 2001, donde el nuevo formato se presentó en el Parque de la Hispanidad, donde la variedad de comidas era una de las cosas a disfrutar, había dos restaurantes, varios carros de chorizos y puestos de bebidas, la gente siempre se llevó su vianda al festival, eso es cierto, pero también es cierto que para muchos, era una salida muy particular, ir al festival y comer sentados cómodamente, mirando el escenario. Ah algo que no es menor, todos los servicios los brindaba gente de Durazno.
Con el paso del tiempo y las abreviaciones en los procesos, porque nunca hay tiempo para nada, las licitaciones han pasado a ser algo imposible de lograr por los comerciantes de Durazno, gracias a lo cual, todo a quedado a expensas de empresas de Montevideo, que vienen, depositan sus buenos pesos, ofrecen comida bastante básica, cara y en muchos casos dejará insatisfechos a quienes deciden poner 350 pesos por menos de una papa, por ejemplo.
Se perdió algo en el camino y es tiempo de recuperarlo, los servicios deberían de ser brindados por gente de Durazno, a precios acordes tanto para el público, como para los comerciantes que quieran trabajar en el festival.
Tema servicio gastronómico, mucho se perdió, y hay mucho para mejorar.
Los stands de la feria son un lugar que hay todo para mejorar, todo, está todo como perdido, por caminos internos que mucho no se entienden en su recorrido, con cinco o seis (por lo menos) stands que ofrecen los mismos productos, con una diferencia de 30 o 40 pesos entre las cosas, evidentemente son el mismo dueño que busca en esa competencia sacar sus réditos.
Urgente el lugar tiene que ser ocupado sólo por empresarios duraznenses, que muestren lo suyo e inclusive puedan hacer cosas puntuales del festival. También hay que saber que se está en un festival y no recorrer el lugar escuchando, en un puesto cumbia, en otro un partido y en otro el festival. Mucho por mejorar.
EL FUTURO.
El Festival de Durazno, queda expectante, por primera vez en 25 años vendrán nuevas caras, o las mismas pero desde otra posición. Y eso amigos, es muy necesario. La estadía larga en el poder tiene sus contras muy claras. Durante 25 años se trató de instalar la mentira que el folklore no se escucha, que no llama gente, que a nadie le interesa los concursantes, se gastaron miles de dólares en imponer esa nueva forma de ver. Acto seguido, como estas cosas son políticas, salió un batallón de votantes a criticar a los folkloristas, a aplaudir, mientras se burlaban de los gustos folklóricos, a los números que llegaban y que nada tenían que ver, Palito Ortega, Los Auténticos Decadentes, Vives, Juanes, Azúcar Moreno (por suerte se les cayó el recital en Argentina, si no, hubieran venido), y la lista es increíblemente larga, mientras tanto, en otros lugares, se ha seguido el proceso bancando a los propios, dándoles herramientas, haciendo de cada versión del Festival un evento único, y no recostarse, abrir la billetera y tapar con una cantidad excesiva de dinero, gustos personales porque en realidad, se quiso hacer otra cosa para superar lo hecho y eso, no se va a poder hacer nunca. Porque los gurises respiran folklore en los grupos de danzas, porque cualquier chiquilín que agarre una guitarra puntea una milonga para empezar, porque son nuestras cosas, es de lo que los políticos cuando salen a otro país inflan el pecho.
Momento será pues, para los que vengan, de revisar algunos pasos, de iluminar otros lugares que se escondieron, para que Durazno vuelva a tener su lugar propio, el que nos enorgulleció. No crean que no somos nada y que todo lo de afuera es lo bueno, no crean que la banda de Juanes puede tocar mejor que cualquier banda de Durazno, ahora, hay que fomentar con procesos culturales, no pagando, si no generando lugares, buscando la esencia que late en cualquiera de nosotros, que es más similar entre nosotros que la que tiene Juanes a cualquiera de otro lado. Cualquiera de las estrellas que se han traído, pueden ser traídas al Parque cualquier fin de semana del año y seguramente, el parque se colme con 350 mil personas, que entrarán gratis nuevamente. Pero el alma del Festival es otra, siempre fue otra, el Festival es nuestra ventana, por donde vemos lo que otros similares a nosotros pueden hacer, y por donde nosotros también mostramos a los demás lo que hacemos.
Hoy lunes se acaba de encender la esperanza que dan los nuevos tiempos, que todo sea para bien.
I.S.S.
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