Ha muerto el Rey.
Pelé: el crack que muy pocos vimos jugar, pero inventamos en la memoria. Pelé, tres veces campeón mundial, dejó de existir este jueves. El mundo entero admira al astro brasileño, aún sin haberlo visto jugar.
Imagino que Pelé levitaba: solo así explico su facilidad para sortear rivales sin que nadie lo impida: los buscaban en el suelo, no en el cielo. Y solo explico así su salto para el primer gol de la final contra Italia en México 70. Las cámaras no han descubierto aún si era eso o andaba en patines.
Imagino la gambeta elegante de Pelé como la vida en otros planetas: existe sin que necesite explicación. Y también imagino su potencia de podadora: los videos -cada vez más- que existen en YouTube obligan a ampliar las palabras de los diccionarios. Antes de O’Rei, los buenos no elegían camiseta, no existía la monarquía y nadie sabía cómo llamar al mejor de todos. Luego, a todos ellos se les quiso decir Pelé.
Imagino a Pelé entristeciendo camarógrafos que nunca pudieron captar sus más de 1000 goles y movilizando inventores a sus laboratorios para encontrar un HD que llegó recién 50 años después de sus tres mundiales.
Imagino Suecia 58 como en su película biográfica de Netflix: un adolescente que vio llorar su padre frente al televisor ocho años antes -el Maracanazo- y juró vengarlo, jugando al fútbol. La venganza -como el amor- cambia el mundo. Su padre, João Ramos do Nascimento «Dondinho», el hombre que le enseñó a patear con mangos, es el segundo responsable de sus cifras de escándalo: 14 partidos en Mundiales, 12 goles, 9 asistencias. Su madre, la primera: el primer patadón fue en su barriga.
Imagino a un Santos diabólico: los registros históricos de El Comercio por su primera llegada a Lima, para jugar amistosos con la ‘U’ y Alianza en los setenta, delatan rostros de limeños pasmados. Hay una imagen especialmente didáctica: Cachito Ramírez y el Cholo Sotil se toman una foto al lado de Pelé, como si en lugar de un futbolista que hace goles hubiera llegado alguien a repartir milagros.
Imagino a Pelé mirando cómo lo van a llorar los hinchas del fútbol, más dados a la modernidad y los computadoras que a las imágenes blanco y negro y ese río de lágrimas que cruzará Tres Coracoes y llegará a todos los océanos, todas las costas, todos los puertos.
Y ahora que Pelé ha muerto, a los 82 años, lo imagino imposible. O como respondió Menotti, citado por Valdano en El Miedo Escénico y otras Hierbas: “¿Cómo marcar a Pelé? Con una tiza”.
Descanse en paz, O’Rei.
- Escrito por el periodista Miguel Villegas de El Comercio, Perú.
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