Cuando cada día toca una vida y cada vida toca una suya.
Ser enfermera es una profesión digna, riesgosa, que insume paciencia, fortalezas y virtudes inigualables.
En el “Día Internacional de las Enfermeras”, nuestro homenaje con la reproducción de las conmovedoras palabras de Diana Roig, enfermera de 24 años que desempeña su labor en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid, que, haciendo un repaso de su carrera, dedica unas líneas de agradecimiento a todos los pacientes que ha tratado.
Como enfermera
Como enfermera me he metido la bolsa de sangre que te iba a trasfundir dentro de mi uniforme, para calentarla con mi cuerpo y no provocarte una hipotermia. Como enfermera he visto tus lágrimas al abrazar por primera vez a tu bebé prematuro.
Te he visto llorar cuando has perdido a tu bebé de 2 meses.
Te he visto coger el primer aliento después de salir del coma y he reconocido cuando estabas dejando de respirar.
Como enfermera he visto a tus hijos desesperados porque no los reconocías y he reído contigo cuando me decías que qué cambiado estaba el mundo.
Me has querido emparentar con tu nieto y me has dado bombones. Me has preguntado que cuándo descansaba y qué hacía trabajando a esas horas en Navidad.
Me he quedado sentada contigo cuando sacaba dos minutos de mi tiempo para ayudarte a poner el canal que me pedías. Me he quedado casi tumbada en tu pecho acompañándote un ratito a ver esa peli que tanto te gusta.
Como enfermera te he pinchado más veces de la cuenta y veías en mi cara que me dolía tanto como a ti hacerte daño. Como enfermera no he podido evitar tu sufrimiento y he tenido que tragar saliva cuando te marchabas.
Me ha tocado darte la mano cuando te daban malas noticias, y me ha tocado darles las malas noticias a tus hijos por teléfono.
He tenido que curar las heridas que te provocaba estar en cama durante meses y he visto como cerraban. He visto también como te salían heridas nuevas.
Como enfermera he corrido por el pasillo cuando he visto en el monitor que tu corazón se estaba apagando, y te he ayudado a respirar con diversos aparatajes.
Como enfermera me ha tocado calentarte el café y ayudarte a comer, también me ha tocado parar porque te estabas ahogando.
Tu familia me ha visto mirarte cuando estabas inconsciente y tu me has escuchado contarte que había sido un día duro a pesar de que tuvieras los ojos cerrados.
Me he equivocado con tu medicación y me he pinchado con tu aguja.
Me he tenido que salir de la habitación cuando tu marido lloraba al perderte porque no podía contener las lágrimas, y me has visto despedirte y desearte suerte al alta hospitalaria.
Te he enseñado a ti y a tu familia cómo cuidarte cuando estés en casa y pequeños consejos para hacerte la vida más llevadera cuando no estés en el hospital.
Me has oído mil veces decirte que dejes de fumar y al final del día he pensado en ti en mi casa, en cómo estarás… En si estarás mejor.
Como enfermera he hecho de tu viaje el mío y tú eres cada parte de mi día.
Gracias a ti soy enfermera.