Navidad a cielo abierto, con alma rural

Una de las cosas a destacar en esta previa de las fiestas navideñas es la muy buena respuesta que los responsables de distintos comercios y empresas dieron al llamado del Centro Comercial para adornar sus vidrieras como elementos alusivos.
Se han hecho trabajos muy hermosos y, especialmente el centro de la ciudad, invita a recorrerlo.
Entre más de 40 vidrieras, nos permitimos destacar la del Escritorio Andrade Rodríguez en 19 de abril frente a Plaza Sarandí, preparada con mucho énfasis en lo rural.
Ellos mismos lo explican: “Nuestra vidriera celebra la Navidad desde nuestras raíces. Sobre fardos de alfalfa, símbolo de la tierra productiva que sostiene nuestro trabajo, ubicamos el pesebre con María, José y el Niño Jesús. Lo rodean vacas, lanares, terneros y toros, recordando que la fe también habita en el entorno rural, entre amaneceres, silencio, esfuerzo y vida.
Cada elemento representa parte de nuestra historia:
Árboles y troncos: la fuerza de la naturaleza que protege y da cobijo.
Techo de paja: sencillez, refugio y el valor de lo esencial.
La portera abierta: símbolo de bienvenida, porque en el campo siempre hay paso y lugar para quien llega.
Boleadoras, lazo y porta bandera de guampas: tradición, coraje y cultura del campo.
Jarra de hierro calentada al fuego: noches largas, camino compartido y resistencia.
Poncho de lana tejido por nuestra abuela Nita: calor familiar, herencia artesanal y legado de manos que crean.
Cuadro con los diferentes finos de lanas: conocimiento, dedicación y valor del trabajo paciente.
Martillo de rematador y sombrero de ala, heredados de nuestro abuelo a nuestro padre y presentes en cada generación: identidad, compromiso y tradición que nos guía.
Lanza de gaucho, presente en las luchas de la Banda Oriental de antaño: valentía, defensa de la tierra y espíritu criollo.
Caballo: nobleza, lealtad y compañero incansable del hombre de campo.
Tijera de esquilar: oficio ganadero, destreza y transformación del esfuerzo en sustento.
Rebenque: autoridad justa y respeto en el trabajo con los animales.
Cencerro: sonido de presencia y señal de rumbo en las recorridas rurales.
Farol encendido: luz que guía, esperanza que permanece y claridad que atraviesa generaciones.
Así vivimos la Navidad: desde el campo, con historia que se honra; identidad que se hereda; y orgullo rural que se siembra”.