LA MÁQUINA DE HACER LLOVER

Enterrar un huevo, orar, ejecutar alguna danza de esas de origen ancestral para hacer llover, o por ahi resucitar a Baigorri.
Frente a esta sequía ya histórica a cualquier maniobra o conjuro habría que echar mano.
Juan Baigorri (1891 – 1972) fue un ingeniero argentino que inventó una máquina de hacer llover, sí así como lo lee.
En noviembre de 1938 hizo uno de sus experimentos en la localidad de Pinto y ante testigos.
No bien encendió su extraña máquina el viento cambió de dirección, cuentan, se nubló y doce horas después cayó un chaparrón.
El 22 de diciembre, en Santiago del Estero, y luego de 55 horas de funcionar la fabricadora de lluvias, cayeron más de 50 milímetros .
Esto alentó al geólogo Baigorri en el deseo de imponer su máquina.
Hubo luego pruebas con resultados positivos y de los otros también.
El invento utilizaba ondas electromagnéticas que actuaban a distancia sobre el aire y lo preparaban para que se produjeran las condiciones para la precipitación.
El dispositivo en sí era una caja no mayor que una caja de herramientas o de pesca grande (30 x 40 x 70cm. aproximadamente), con una batería eléctrica, metales radioactivos fortificados con productos químicos y dos antenas, de polo negativo y positivo, respectivamente, encargadas de «congestionar» las nubes y provocar la lluvia.
Obviamente el artefacto despertó aprobaciones y críticas, aplausos y envidias, hasta tratarlo de farsante.
Juan Baigorri Velar falleció en medio de la indiferencia y la pobreza, antes destruyó todos los planos de su máquina y su aparato nunca fue hallado.
Algunos explicaron luego que lo que había construido solo era un radar que detectaba la tormenta y con ello predecía las precipitaciones.
Si al menos tuviéramos una parecida no costaría nada volver a intentarlo porque la sequía se extiende a lo largo del país, y del tiempo, y las esperanzas van menguando.
Carlos Fariello