Blanquillo: inauguraron busto al Dr. Sarachaga

Como estaba previsto esta mañana a la hora 10.00 se procedió a la inauguración del busto al Dr. Alejandro Saráchaga obra del escultor Nelson Gutiérrez ubicado frente a la que fuera casa del homenajeado en la localidad de Blanquillo.

Fue un breve y emotivo acto organizado por el grupo «Capital de la Cerámica» que trabaja con el apoyo del fondo Cosas de Pueblo dependiente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto al cual asistieron familiares y especiales amigos  del homenajeado, autoridades locales, pequeñas delegaciones estudiantiles y vecinos.

Rafael Saráchaga, nieto del homenajeado escribía:

«Cómo olvidarme del Abuelo Candito? Imposible. Cada víspera de Semana Santa mi viejo, El Pocho, me dejaba en la Estación Artigas casi de madrugada para tomar con mis dos hermanos gurisitos el eterno tren de 10 horas a Blanquillo

La ansiedad era incontenible. Ibamos a pasar las vacaciones con la abuela Amelia y el abuelo Candito.

Lo recuerdo recogiéndonos en la estacion en aquella Peugeot blanca, cargando las valijas atrás, casi arrastrando su pierna mala dandonos la bienvenida con una mirada amable detras de sus lentes de botella.

Candito me transformaba de golpe del Rafa a «El nieto ‘el dotor». Era mágico.

Mil recuerdos.

Lo veo parado junto al alambrado gritando «Periiiicles» y aquel galgo volaba desde la isla de eucaliptus a su encuentro, o cuando me enseñó a tirar con aquella montecristo de martillo.

Jugabamos en la policlínica que quedaba justo al lado de donde él dormía y nos retaba, y cuando era la hora de la siesta y nos mandaba a dormir y nos decia «guguagua» mientras enfilaba para su pieza.

En vida era una institucion para este pueblo; y se habia ganado su respeto y admiración. Pero a la vez era sencillo y simple. De gustos humildes, amante de la fariña que no le podia faltar, eternamente buscando que la televsion sintonizara alguna estacion; sin exito o jugando al ajedrez contra si mismo.

Hoy su querido Blanquillo lo homenajea. El pueblo era su alma. Su gente era su pasion y el objeto de una generosidad desinteresada; muy rara de ver. Fue el médico de todos. El dotor siempre pronto para atender desde un parto a una mordidz de crucera.

No era de muchas palabras, mas bien pocas y tampoco de mostrarse muy emotivo. Pero de lo que si estoy seguro que nunca esperó ninguna recompensa y que hoy emocionado les daria las gracias».

 

Agradecemos material a la colega Blanca Estela Castro