Me quedo en los tiempos viejos.

arado hoy
Ni bien se abrió la mañana
Y vistió de blanco el cielo
Perseguido por su sombra,
Anda en marcha un gaucho viejo.
De bombacha media ancha,
Faja ajustado al cuerpo,
Con camisa remangada,
Y bien aludo el sombrero
Como quemó su cigarro,
Ahora silba algo sureño;
Y se va, como agachando,
A buscar unos arreos.
Un gatito regalón
Lo ha seguido algunos metros;
Y él lo espanta con ternura,
Que no lo estrujen los perros.
Ata dos pingos grandotes
A un arado cachaciento
Y entra a revolear chicote
Como pa’ cortar los vientos.
Una bandada de pájaros
Entre chimangos y teros,
Hacen cola tras el surco
Que va dejando el abuelo.
El mediodía pasó
Y la tarde se va yendo
Y el abuelo sigue firme
Aunque con paso más lento.
Hasta que suelta lo pingos
Que se van al bebedero
Y ya cuelga en una horqueta
Los sudorosos arreos.
Vuelve a su rancho, entre silbos
Y cantares, medio tieso.
Pero se nota en su cara
De que el día a sido bueno.
Cuando se sienta en su banco
Un amargo muy atento
Le cae, como a sus pies,
Pa’ darle el recibimiento.
Su compañera de vida,
La abuela, con mucho afecto
Le sirve en una panera
Algo con dulce casero.
Se sienta frente de él
Y con el mayor respeto
Seca su frente caliente
Con remojado pañuelo.
No se oye otro charlar
Solo que el flete más viejo
Este día rindió más
Porque está blando el terreno.
La abuela, medio sonriente,
Le cuenta un leve suceso:
Que casi se quema el dulce
Por ir a juntar los huevos.
Canta lindo un cardenal
Y la calandria hace el resto
Sobre un sauce que hace sombra
Para estos dos abuelos.
Mientras tanto su gatito
Se le ha dormido en el pecho
Cuando dejan el amargo
Para dentrarle al puchero.
La noche reina tranquila
Mientras se calla el cencerro
Y dos figuras añosas
Se alumbran con un mechero.
La luz se apaga y la paz,
Entra a servir de sereno
Velando un sueño tranquilo
Trás que llegue un día nuevo.
Vida sencilla ‘e trabajo
Que dejó cumplir el sueño
Sin levantarse a estar mal…
Me quedo en los tiempos viejos.
ME QUEDO EN LOS TIEMPOS VIEJOS. Letra de: Raúl Oscar Taborda – Lindor del Monte