Honraré la Navidad en mi corazón y trataré de mantenerlo todo el año: Charles Dickens
La Navidad está ahí, al doblar la esquina, a pocas horas, casi se puede tocar con las manos.
Es la fecha que muchos esperan, más que todo para reunirse y celebrar en familia, pasar una velada para el recuerdo.
Con seguridad, mejor que todos los regalos debajo del árbol navideño, es la presencia de una familia feliz y es un buen momento para dejar, al menos por un rato, los teléfonos a un lado.
No importa si alguien come demasiado o toma unos tragos de más; la Navidad es una celebración hermosa, como solo puede serlo una fecha en que se une todo el mundo alrededor del amor y la generosidad. Es la ocasión propicia para propagar un mensaje de amor y entrega.
Precisamente por lo anterior es que se pueden perder muchas cosas, sin embargo, lo hermoso de la Navidad pervive: las luces, los colores, el brillo, la alegría, el estado de ánimo, los abrazos, los recuerdos de infancia…
Son los buenos motivos para celebrar y ser partícipes de la fiesta navideña, con un común denominador, compartir las tradiciones familiares, dar y recibir amor, alimentar el espíritu, sin perder de vista los conocidos valores que trae consigo la Navidad (humildad, generosidad, amor y esperanza, reconciliación, gratitud)
Es, a no dudarlo, como si la Navidad tuviera una varita mágica y repartiera todo lo hermoso de la fecha, la alegría, el amor, encendiera con su chispa la chimenea de la generosidad y la solidaridad… prendiera en todo el deseo de dar, de compartir, de abrazar y querer.
Ninguna fecha como la de Navidad. Es la jornada en que se unen todos los tiempos.
La celebración es también un momento ideal para motivar a los menores a tener en cuenta a los más necesitados e insistir en que aprendan el valor de dar de manera desinteresada, hay que cultivar la bondad desde edades tempranas, facilitar la formación de hermosos hábitos. Hay que enseñarles que la verdadera felicidad no está en los obsequios y en los regalos materiales. Las tradiciones fomentan, crean vínculos emocionales.
Tampoco falta quien asegure que en Navidad se acaba antes el dinero que los amigos, pero algo está claro, nadie está solo. El ambiente navideño ejerce una atracción especial, a tal punto que algunos precisan: la mejor Navidad es en mi casa. Y no se equivocan.
Claro que en esta fecha es preciso vestir el mejor traje, lucir su esplendor, adornado más que todo con sonrisas y un excelente estado de ánimo, es el momento de compartir la alegría, la comida, los turrones, y mejor aún, el del corazón. Si algo hay que lamentar es que la Navidad no dure los 365 días del año.
La llama de la caridad vive en el corazón de todos.
El equipo de Durazno Hoy les desea a sus lectores Feliz Navidad. Reciban las mejores muestras de paz y amor.