Hoy comienza el Festival.
Con este título tal vez hubiéramos estado anunciando que, en la noche de este viernes, comenzaba el 48º Festival Nacional de Folclore.
Pero bien sabemos que el evento fue postergado por decisión del Ejecutivo Comunal, ante la situación sanitaria que por el Covid 19, tiene a más de 1.000 duraznenses afectados y con un promedio de 200 casos nuevos por día.
Podrá ser discutible la medida, pero lo cierto, lo concreto es que Durazno no tiene su Festival.
Y creo que esto va más allá de la circunstancial resolución.
El Festival de Durazno no es un evento más. Tiene un sello propio, que, aunque desvalorizado en los últimos años, lo identifica, lo hace insustituible para los duraznenses.
Cuando en el 73 nació el Festival – y hay notas periodísticas que lo avalan – el Dr. Raúl Iturria, no solo respondió afirmativamente a la iniciativa que venía fracasando desde varios años antes, sino que la tomó como una oportunidad de cortar de alguna manera, ese vínculo ancestral con lo Montevideano, disminuir el macrocefalismo existente y ser capaces de generar por méritos, capacidad y trabajo propio, que todo el país mirara hacia Durazno.
Y se logró.
Nació una fiesta que tuvo desde su origen, el apoyo de todos los lugareños, los cuales, en el lugar que les tocara, contribuyeron a su concreción.
El Festival se hizo con recursos propios, con colaboración del resto de las Intendencias y casi nada apoyo del gobierno nacional. Como el pan casero de nuestras abuelas, tuvo su receta propia y se horneó al calor de la gente, que el 9 de febrero hizo chico el espacio previsto por la organización, llenándolo en presencia y en entusiasmo.
Se demostró que se podía, desde el interior, desde el corazón del Uruguay, hacer un evento que llegara más allá de las fronteras nacionales.
Y el resto del interior del país, en el cual solo se destacaba la Semana de la Cerveza de Paysandú, se contagió y fueron surgiendo aquí y allá otras fiestas fisonómicas de sus lugares como la Fiesta Nacional del Trigo, la Fiesta de la Flor, la Fiesta de la Lana, “Colonia a los 4 vientos”, la Fiesta de la Patria Gaucha y se pasó de un festival regional a uno nacional en Treinta y Tres.
Se creó el Secretariado Interdepartamental de Turismo, donde se unieron 13 Intendencias del interior en fomento del turismo interno y cuya sede funcionó en Durazno, donde hoy lo hace la Biblioteca Infantil.
Todo lleva a señalar sin falso orgullo, que Durazno fue trascendente en todas estas iniciativas.
Con el paso del tiempo, el Festival de Durazno fue puliendo su organización artesanal y se transformó en pocos años, en un evento profesional al que, en cada enero o febrero, se le miraba con respeto, reconociéndosele por la jerarquía del mismo y la seriedad organizativa.
Por eso lo señalado al principio de que el Festival no se haga, va mucho más allá de la medida en si que tal vez para muchos fue meramente un trámite.
Ya van dos años que no se encienden las luces de ese místico escenario y con ello la mirada del resto del mundo no se enfoca en Durazno.
Habrá que pensar bien en el futuro, para volver a ser lo que fuimos y volver a repetir el rito casi sagrado de vivir, disfrutar, gozar del Festival y participar de su embrujo inigualable.