La muerte para los jóvenes es naufragio

Accidentes hubo, hay y habrá.

El accidente es un suceso eventual, está ínsito en toda actividad humana, todos podemos ser protagonistas y víctimas de un “accidente”.

Siempre detrás de un accidente hay una o más fallas humanas, algunas generan responsabilidad otras no, hay accidentes que son obra de la fatalidad…

Pero en todos los casos y más aún cuando son vidas jóvenes que se pierden, el dolor de la tragedia de sus familiares y amigos, se multiplica, se amplifica como un sonido agudo que llega al corazón de cada uno.

Gastón tenía 29 años y José 31. Sus vidas quedaron truncas en un lugar del camino común que ambos solían recorrer para trabajar. Gastón en las tareas de campo que amaba y cumplía con alegría. José, como soldado en el Batallón de Infantería Blindado Nº 13.

Y en nuestra Comunidad, donde todos nos conocemos, la muerte de un joven conmueve hasta el hueso.

Cuando uno se quiere expresar solo se nos escapan fragmentos balbuceados, una mezcla de incomprensión e indignación. Algunos rompen en lágrimas de rabia, desconsuelo, y tantas otras cosas, o solo nos quedamos en silencio, y buscamos entender.

Quizás sean los años que les robaron, todo el camino que dejan sin andar, porque cuando son jóvenes  tienen potencial indefinido.

Porque cuando alguien joven muere morimos todos.

Por Jesús Correa