Otro prodigio del Rey Midas

Equidad territorial 2. Por Oscar Padrón Favre
En medio del estado de desconexión que vive la mayor parte de la sociedad durante estas fiestas, después de un año intenso, llega la noticia que el MEC ha decidido comprar el edificio y acervo del Museo Gurvich ubicado en la peatonal Sarandí en unos tres millones de dólares.
En nota anterior, preveíamos que luego del Antel Arena la Estación del Ferrocarril Central sería el próximo acto de magia del Rey Midas del Estado de Montevideo (también llamada República Oriental), pero, como nos tiene acostumbrado, siempre es capaz de una nueva sorpresa y antes de poner millones en la Estación, nos mostrará su ilimitado poder de convertir lo que toca en oro con otra millonaria adquisición.
Sobre el tema recomendamos la excelente nota de Adela Dubra donde se plantea ¿Es necesario que compremos el Museo Gurvich? (“Búsqueda” 27/diciembre/2018). En ella se recoge la opinión altamente calificada de Nelson di Maggio, compartible desde la primera a la última palabra:
“Es sorprendente esta compra y resulta repentina, sin discusión, sin análisis previo. Hay necesidades urgentes en las artes visuales y son alarmantes las carencias de los museos nacionales. Hay varios museos a la intemperie, muchos cerrados, parcialmente habilitados, con horarios acotados, sin poder comprar obras contemporáneas, sin personal suficiente e idóneo ni investigadores permanentes. Los artistas viven un desamparo sin contacto con el exterior”.
Recordamos, de paso, que desde hace seis años existe la Ley de Museos (No. 19.037) promulgada el 28 de diciembre de 2012, que en su artículo 36 prevé la creación del Fondo Nacional de Museos para apoyar con recursos genuinos a las instituciones museísticas de todo el país. Excelente ley… una pena que hasta ahora nunca se han destinado de forma específica fondos para cumplir con la misma ¿Su no aplicación guardará relación con que fue promulgada el Día de los Inocentes?
Por supuesto, la “barra” de turno actúa con rapidez, aplaudiendo la medida argumentando que: “es algo muy significativo para la cultura nacional”. Claro, ya sabemos que para muchos la nación es el barrio.
Allí se destaca siempre el Arq. Arana, antiguo y talentoso gladiador de la causa patrimonial, especialmente si los bienes están en Montevideo. Recordamos, por ejemplo, cuando salió por la televisión, en estado casi de histeria, a reclamar que se continuara con el Antel Arena cuando se amenazó con la suspensión de las obras. Una lástima que nunca lo hemos podido ver con la misma energía reclamando para que el patrimonio existente a lo largo y ancho del país sea tratado con la misma equidad que el montevideano. Por ejemplo que la Iglesia San Pedro de Durazno, emblemática obra del Ing. Eladio Dieste de valor universal, fuera alguna vez motivo de atención real por el MEC y la Comisión de Patrimonio. Ambas instituciones han sido incapaces alguna vez de destinar mínimos recursos económicos para su mantenimiento.
Seguro que los amigos de todos los departamentos del interior podrían poner otros ejemplos tan o más relevantes.
En realidad una vez más funciona la ley de que todo espacio vacío se llena. Es de lamentar que los representantes del interior siempre estén tan ocupados y nunca tengan tiempo para investigar, por encima de divisiones partidarias, cómo se invierte, año tras año, el presupuesto del MEC y cuánto recibe el interior del mismo. Si sus múltiples tareas no se lo permiten, podrían contratar los servicios de cientistas sociales y contadores para hacerlo o para averiguar cuánto le ha salido a todo el Uruguay la recuperación de la Ciudad Vieja y adyacencias en las últimas tres décadas. Si conociéramos las cifras en su real dimensión, tal vez un día se podría lograr que Midas aplique su magia en todo el territorio.
Al menos es el sueño de los que todavía apostamos a que deberíamos volver a ser un país y no una simple Ciudad-Estado, que, en realidad, es lo que hemos sido en el último siglo.