Procuremos que a nadie le falte un trabajo digno y respetuoso.
El primero de mayo no debería ser únicamente la conmemoración de una fecha histórica, sino de reflexión frente a la situación actual del trabajador, de su humanidad y de cómo su labor le lleva a crecer como persona y por ende a su rol dentro de la sociedad
No se trata de demostrar las fuerzas palpitantes en las organizaciones laborales, sino confrontar la situación laboral de los trabajadores con su vida real, familiar, sus anhelos, sus ideales, su futuro y sueños.
Si bien es cierto que el trabajo dignifica al hombre, las organizaciones deben buscar que sus escenarios laborales permitan el crecimiento y fortalecimiento de las personas, otorgándoles las posibilidades de brillar cada año ofreciendo lo mejor de sí sin sacrificar a su familia y los sueños que el individuo pueda tener.
Hagamos de nuestra labor diaria la mejor posible, eficientemente, con alegría y responsabilidad, poniendo todo nuestro talento a su disposición.
Quienes tenemos la posibilidad de trabajar agradezcamos esta bendición y cuidemos de él. Procuremos que a nadie le falte un trabajo digno y respetuoso. Si somos jefes, tratemos a nuestros empleados como quisiéramos que nuestro jefe nos trate a nosotros. De esta manera construimos con y desde nuestro trabajo, un mundo justo y equitativo para todos.
Cada 1º de Mayo, desde 1889, se vive una fiesta del movimiento obrero mundial, lo que nos obliga a renovar el compromiso por enaltecer la lucha de los trabajadores de esa época que dieron la vida para que hoy podamos reivindicar los derechos de quienes cotidianamente ponen todo su empeño en pos del engrandecimiento de la Nación y particularmente de nuestra comunidad.
Hoy los invito a hacer esta reflexión en nuestros lugares de trabajo para apreciar cada momento que tenemos en el, a buscar nuevas maneras de crecer como personas y conmemorar a todos aquellos que han dado su vida para que el trabajador de hoy disfrute de todas las garantías que la sociedad y los gobiernos les puedan brindar.