Una pelea que no podemos perder.

Una cachetada del destino, que nos rompe los planes a todos. A los ricos y a los pobres, a los buenos y a los malos.
Un caos para los que pensábamos que solo existían en la historia o en la ficción.
Un mundo confundido, guiado por la política y la televisión, peleando contra un enemigo invisible que puede estar en el otro en cualquier sonrisa, en cualquier abrazo.
Ya nada es lo que era. Viajar, salir, besar, quedó en espera.
Los países cierran las fronteras. Algunos se quejan por estar en sus casas, otros lloran por quedarse afuera. Algunos no tienen nada en la heladera, otros no tienen nada en el corazón.
Todas las bocas hablan de lo mismo, en francés, en coreano italiano o español. Las calles vacías. La realidad cambia todos los días. Los trenes van llenos de miedo, los aviones ya no quieren tocar el cielo.
El virus recorre el mundo, nos regala una pelea que no podemos perder. Nos obliga a cambiar, a cuidarnos para cuidar. Si el virus muta, también vamos a mutar.
Porque los humanos somos así de idiotas, maleducados, pero ni rotos dejamos de soñar, ni locos dejamos de amar. Sea la tormenta que sea, vamos a aprender y la vamos a superar.
Tomemos conciencia, todos juntos, unidos pero cada uno en sus hogares, cuidando a sus familias.
Cuídate para cuidar.
Del muro de Ricardo Rondán.