Perdoname la letra…
Recordando al «Chivi» Giordano
Por Carlos Fariello
Si de algo se puede preciar nuestro solar es del paso, a través de los tiempos, de personajes singulares y destacados en muchas actividades y profesiones, desde intelectuales y deportistas hasta hombres y mujeres comunes y vulgares.
En el trayecto vital de cada uno fueron dejando aportes, algunos más trascendentes que otros, pero que tienen que ver, en su proyección futura, con esa identidad que nos define y que es tan cara a todos, principalmente, en lo afectivo.
El personaje que voy a mencionar, todo un personaje sin lugar a dudas, aportó desde el lado del humor, esa faceta que une muchas veces lo creativo con lo sentimental. Pero no fue un humorista, fue un vecino perteneciente a una familia muy querida de este Durazno.
Existen mil y una situaciones en las cuales se coló la picardía, muchas veces, y el humor de Jorge Giordano, a quienes todos conocimos como el «Chivi».
Quien no lo recuerda en uno de los primeros Festivales en el Landoni, subir al escenario a bailar con la folklorista argentina Margarita Palacios, ataviado con un poncho tradicional.
Sin intención de escribir biografía alguna pues me faltan, lo confieso, muchos datos, los más viejos y memoriosos seguramente sacarán del baúl de sus recuerdos otras historias, algunas llevadas al cuento o al chiste, del recordado Chivi.
Yo me voy a detener en una porque la mirada tiene mucho de ese fino contraste que él le imponía a sus dichos, muchas veces rozando el absurdo y otras veces mostrando esas perlitas de la realidad que en nuestra urgencia del vivir cotidiano no vemos.
Cierto día, en una dependencia municipal, el Chivi le pide a un funcionario de aquella que le escribiera una «notita» a máquina. Era un mensaje que tenía que enviarle a alguien muy especial y deseaba que la presentación del texto estuviera a la altura de las circunstancias.
El empleado escribe el texto que le es dictado, saca la hoja de la máquina y se lo entrega.
El solicitante lo lee e inmediatamente agradece.
Toma un bolígrafo y lo firma al pie, y como una posdata irreverente agrega: «Perdoname la letra».
*Fotos de archivo de Durazno Hoy.