Eduardo Moreno reyes

Eduardo Moreno, nació en Durazno y desde muy pequeño, al trasladarse su familia, vivió en San José. Payador (integrante de la “Gran Cruzada Gaucha”), poeta y relator de fútbol, profesión que desarrolló durante más de 30 años en Panamá.

En el 1er. Festival de Durazno, integró el Jurado junto a Aramis Arellano con quien payó en contrapunto en una de las jornadas.

Tras un problema complicado de salud que le obligó a dejar sus actividades en Panamá, regresó a Uruguay  estando radicado en la Ciudad de Santa Lucía donde falleció en el 2020 a los 78 años de edad.

“6 de enero” de Eduardo Moreno

Amaneció el seis de enero,
con su dorada promesa.
Sueño de los zapatitos,
con una esperanza nueva,
sueño de alegre inquietud
y reprimida impaciencia.

Carlitos es un pequeño
que con otros niños juega.
No cabe en sí, de alegría,
cuando les llama y les muestra,
una pelota de fútbol,
sus cuatro autitos de cuerda,
y una flamante escopeta
—igual a las verdaderas—
que le trajeron los Reyes
bajando desde una estrella…

Una niña, que en sus brazos
adormece una muñeca,
les describe a los heraldos
de la ilusión siempre fresca:
“Son tres: Melchor, el más joven;
Gaspar, con su barba espesa;
y Baltasar con la piel
como la noche, de negra”.

Hay un niño que no ríe,
ni se acerca a los que juegan.
No aparta sus ojos tristes
de la flamante escopeta
de la pelota de fútbol
y los autitos de cuerda.

Tiene apenas cinco años,
y un tesoro de inocencia.

De pronto rompe a llorar.
Los conmueve su tristeza.
-“¿Qué és lo que tienes, negrito?
-“¿Por qué lloras?”. Y él contesta:
-“Es que este año me olvidaron
los Reyes. Ya no se acuerdan
de llegar hasta mi casa
porque está mamita enferma,
papito está sin trabajo,
y lo que sobra es pobreza
¿Por qué me olvidan los Reyes?
¿Por qué a mi casa no llegan?”.

Carlitos, emocionado,
hasta el negrito se acerca,
y dice: -“No te olvidaron,
se equivocaron de puerta.
Mira lo que te dejaron
en mi casa: esta escopeta,
esta pelota de fútbol
y estos autitos de cuerda!!!”.

Se le aproxima sonriente
y sus juguetes le entrega.

Dio un pedacito de su alma,
pero bien vale la pena
por ver dichoso a otro niño
que sólo tiene pobreza…

Y el negrito, mientras corre,
grita con todas sus fuerzas:
-“¡ No me olvidaron los Reyes!,
¡Se equivocaron de puerta!!!”.

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