«Si había un río en el lugar donde crecimos, probablemente lo oiremos siempre»
Se fue muriendo mi pena en la quietud de la tarde
al ver pasar riendo el agua entre murmullos de sauces.
De nuevos brillos mis ojos gozaron al contemplarle
y el río, viejo y eterno, se detuvo a saludarme.
Cuando el dolor te rodea para hacerte prisionero
basta con llegar al Yi, al paisaje solariego
mojar la cara y los pies con sus aguas como riego
para encontrar las respuestas y así sonreír de nuevo.
Está tan cerca ese río que por cercano no vemos,
ni descubrimos su magia que cuelga de pitangueros
o dejamos nuestra huella en las arenas sin cerno
disfrutando como abraza en su pasar a mi pueblo.
J.C.
*Frase del título; Ann Zwinger , escritora naturalista estadounidense.
Foto de Rosana Magali – Momentos