Ni rastros
Durazno ha estado en los principales titulares de las noticias de los medios capitalinos, en coberturas en directo de los canales de televisión, informando desde la zona en cuestión y logrando, como muchas veces sucede, obtener información detallada y diferente.
El Diario EL PAIS en su edición de hoy señala:
La búsqueda de Manuel Alejandro Malvarez Araujo, concubino de la mujer fallecida en el incendio de su vivienda, continúa desde el jueves en Las Cañas. El cuerpo de la víctima fue encontrado calcinado y con tres impactos de bala calibre 22.
Como parte del protocolo ministerial para casos de captura de personas, se dispuso el cierre de fronteras en el límite entre Uruguay y Brasil, así como operativos de vigilancia en rutas y caminos vecinales.
“Hay que tener paciencia y actuar decididamente como se viene haciendo desde el primer día”, dice el jefe policial, Crio. Mayor (R) Héctor Rodríguez Santana, en el lugar del sangriento hecho. Es una tarea ardua, difícil, que puede llevar días e incluso semanas.
La tarea solo se detiene en horas de la noche, cuando la oscuridad se asocia con la geografía del lugar y conspira con un elemento clave: el conocimiento innato que tiene del lugar el prófugo, quien se escabulló a pie y armado.
La labor se realiza por medio de motos y camionetas policiales y personal a caballo que alternan turnos. En total son unos treinta efectivos de distintas reparticiones, al mando de Rodríguez Santana.
Al alba comienza el trasiego, que va hasta el atardecer e implica “peinar” la zona, un sitio complicado de malezas, lagunones, monte autóctono, forestación y quebradas. Hasta el momento, la búsqueda no ha dado resultados y el incriminado ostenta cierto temor, por su temperamento y forma de ser.
Una de las facetas del sospechoso es la cacería. Es considerado un muy buen cazador de carpinchos, porque “tira y pega”, dicen los lugareños. “Cazaba carpinchos y algo mas también, en algo hacía plata, si él no trabajaba”, señalan.
Consideran que es un fanático de las armas; tiene varias, tipo escopeta y rifle con mira telescópica. “Tenía una cantidad de armas en la casa; se quemaron un lote, pero las grandes, las ultimas que él había comprado último, las buenas, no estaban, les debe de tener él”, dicen.
El lugar de los hechos
En Las Cañas, un paraje de una decena de casas y otros establecimientos alrededor y no más de medio centenar de residentes, hay preocupación. Los vecinos se muestran absortos y no es para menos: el cuadro fatídico involucra a dos personas nacidas en el lugar, muy conocidas allí. Además, se cree que Malvarez es «un tipo peligroso».
Miguel Pérez, tiene desde hace cinco año el almacén “El Sacrificio” en la zona de Las Palmas, un kilómetro en línea recta y tres por camino del lugar del incendio y muerte. Conoce muy bien a Alejandro Malvarez y también conocía a la mujer ultimada.
Luego de señalar que la tragedia pudo tratarse de un momento irracional, “un arrebato, una cuestión del momento de la que debe estar arrepentido”, agrega que “es poco probable que se vaya a matar porque no se anima”.
Asegura que a Malvarez no le caía bien el hijo de la señora, de unos 25 años de edad. “Nunca lo quiso al ‘gurí’, le tenía idea, no sé porque, no se llevaban mucho”, y que en el lapso en el que se produjo el ataque “la cosa pudo haber sido peor”.
Pérez dijo que el 24 de diciembre el hijo de la mujer estuvo en la casa. “Ese mismo día el iba pasando porque trabaja allí al costado y Malvarez lo invitó a que pasara el mediodía. Que tenía unas milanesas, le dijo, pero el muchacho no quiso. Se fue, y se ve que tenía las intenciones de matar a la madre y al hijo, se ve que las intenciones de él era de matar los dos, por eso digo, el muchacho se escapó arañando».