NOTA A LAZO

Una completa e interesante nota al jockey carmense Héctor Lazo publica en su Sección Tiempo Libre el colega Montevideo Portal, que nos permitimos reproducir por lo que significa el entrevistado para nuestro departamento.

Héctor Lazo, la apuesta de venir con lo puesto que terminó con la conquista de Maroñas

A lomo de Ajuste Fiscal, el duraznense se erigió como ganador del Ramírez y ahora promete llevar el caballo a buscar la gloria en el Latino.

Escribe Germán Boiso | @GBOISO

Héctor Fabián Lazo se ha forjado un nombre en el turf uruguayo en base a talento, sacrificio, humildad y una capacidad enorme de trabajo. El pasado 6 de enero, cumplió el sueño de todo jockey uruguayo: ganar el Ramírez. Para llegar a ese momento, pasaron muchas cosas, dentro y fuera de los hipódromos. El jinete nacido hace 32 años, en Villa del Carmen, Durazno, nos abrió las puertas de su casa el día posterior a ser homenajeado en su pueblo, con el que lo une un lazo inquebrantable. De hecho, nos muestra con orgullo la bandera de allí, colgada en su casa; la misma que lleva tatuada, en su brazo derecho.

No está solo. Nos espera junto a su esposa, Lilián Velasco, su pareja desde la adolescencia y en quien se basa buena parte de su éxito. También está el hijo menor, Elías, de 8 años. Emiliano, que tiene 14, está en Mar del Plata, en un certamen de equitación. Sus dos hijos también aman los caballos, pero desde otra actividad, eso sí, con el mismo empeño y dedicación que su padre. Ser cumplidores y responsables es la premisa en la familia.

La sala, llena de trofeos y cuadros, ya no alcanza para tanto recuerdo pero los premios no paran de llegar. Las dos copas del Ramírez y el cuadro de la carrera están en posición central. Lazo ya está pensando en reformas para que todo pueda ser exhibido.

La charla transcurre en el mejor de los climas. Esta es la historia de vida, el gran presente y también el futuro, del jockey que domina Maroñas, como ningún otro lo ha hecho, desde que nuestro máximo hipódromo reabrió sus puertas, en 2003.

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¿Ganar un Ramírez era el máximo sueño en tu carrera profesional?

Sí, la verdad que sí. Uno siempre sueña con un Ramírez. Cuando recién vine lo que quería era entrar a Maroñas, ese era el objetivo. Pero, de lejos, uno siempre admiraba ese clásico. Poco a poco, nos fuimos acercando, lo corrimos en alguna ocasión y este año se nos dio ganarlo. Es un sueño hecho realidad. La emoción que te da es indescriptible. No es fácil que yo me emocione hasta las lágrimas, pero, en este caso, la emoción me ahogaba por dentro, al punto de no poder declarar en la conferencia de prensa.

Pasaron ya unos cuantos días, como para verlo con más tranquilidad. ¿Qué es lo que pensás al reflexionar sobre dicho triunfo?

Son muchas las cosas que pasan por la mente de uno: recuerdos del pueblo, de los inicios, de la familia. Parece mentira cuando cruzas el disco victorioso en un Ramírez; cuesta caer en la cuenta.

Se dio la particularidad que, siendo la victoria más importante de tu vida, la lograste con cierta facilidad porque Ajuste Fiscal sentenció la carrera muchos metros antes de cruzar el disco.

Él se había recuperado después del traspié del Nacional y le teníamos mucha fe, pero era una carrera muy complicada y, al fin y al cabo, siempre está la duda, porque en el Nacional corrió por debajo de nuestras expectativas. Teníamos mucha fe de ganar, pero nunca pensamos que fuera a dar el espectáculo que dio. Era una carrera brava. Yo a Cap Bon lo veía entrenar cada mañana, y sabía lo bien que andaba; Pablo Falero iba muy bien montado con Olympic Harvard; Miltitoplp, a medida que aumentaban las distancias, corría cada vez más; y sabía, a través de Luis Cáceres, que Bobby Q estaba con los 10 puntos. Así que sí, definitivamente era una carrera complicada, pero el caballo hizo todo muy fácil.

¿Cómo definís a Ajuste Fiscal? ¿Cuál es su mejor característica?

Para mí, el final que tiene. Cuando él está bien, remata con una fuerza tremenda. El Ensayo fue un espectáculo, la Polla fue igual. En el Jockey Club, ganó un poco más corto y, en el Nacional, no respondió como esperábamos. Pero, en el Ramírez, volvió a rendir en plenitud y fue espectacular. Hay una filmación de la carrera, la que se toma desde el dron, en la que se ve que todos sostienen el ritmo. Bobby Q le mantiene la ventaja a los demás y el único que se ve despegar es Ajuste Fiscal, que sale como recién largado.

Para llegar a este gran presente, de Ramírez, trofeos, fotos y estadísticas, hay un largo camino realizado, que arranca en Villa del Carmen, en el corazón del país, y supongo que con el caballo como protagonista desde los inicios.

Sí, el caballo ha sido parte de mi vida, desde que tengo memoria. Mi padre, en esa época, tenía caballos de raid y de penca y yo anduve con él para todos lados. Mi tío me había regalado un petiso y andaba con él para todos lados. Luego le comencé a caminar los caballos a papá, en la tarde, y, ya con 9 años, corrí mi primera carrera.

En la escuela Número 4, que era la que yo concurría, se hizo un festival y corrimos una carrera de ponis con alumnos como jockeys. Fueron 200 metros y llegué tercero, y, hasta el día de hoy, uno de ellos me recuerda que me ganó en el debut. Su hijo es fan mío y él siempre le cuenta que me ganó.

Luego de eso, seguí corriendo algunas carreras hasta que, a los 14 años, dejé Villa del Carmen. Me fui a vivir a Chileno, a trabajar a una estancia y a subir caballos de raid y de carreras; tendía los caballos y daba una mano en el campo. Con ellos, los hermanos Fernández, estuve cuatro años y ahí, en ese lapso, fue que conocí a mi señora Lilián y, sobre el final de esa etapa, nació mi hijo mayor, Emilio. Ahí nos mudamos y fue una época en la que corrimos muchos raid, por todo el país, y ganamos muchos. Corría más raid que pencas, en ese entonces, y eso fue hasta 2009, que decidimos venir a Montevideo.

Yo, en toda mi vida, había venido una vez sola a un cumpleaños de 15 de una prima. No conocía nada de la ciudad. Vinimos para el Ramírez del 2009, porque soy primo segundo de Esteban Lazo, y él corría el clásico con Escolaso. Pasé por el stud de Yolanda Dávila, del que mi tío Carlos era capataz. Él le comentó que yo corría pencas en el interior y ella me ofreció varear. Yo loco de la vida, pero no tenía idea de las reglas de Maroñas. En ese momento, me dieron una mano enorme Fabio Guedes y Nuber Mieres, Yolanda me mandó ir al medio de ellos y me fueron enseñando. Hasta el día de hoy, recuerdo que Nuber me regaló mis primeros lentes. Fue una experiencia hermosa con dos jockeys excelentes y grandes personas. Es más, al tiempo, cuando vine a correr a Las Piedras, Fabio se encargó de ayudarme para que todo se diera para mi debut.

Tras aquella visita, volvimos al pago, pero quedé fascinado con Maroñas. Tenía la ventaja de pesar 49 kilos y varios me decían que viniera a probar suerte. Recuerdo haber hablado con Esteban y me dijo que me animara. Mi tío me consiguió lugar en el stud de Yolanda y, aprovechando un par de licencias de peones vareadores, les hice las suplencias. Ahi ya quedé efectivo vareando, eso fue a principios de 2010.

Tomar la decisión de venir no era fácil; teníamos a Emilio con cuatro años, allá teníamos trabajo y la gente del pueblo nos decía que nos quedáramos. Venir a Montevideo era todo nuevo y un desafío, estuvimos todo 2009 pensando, hasta que un día nos la jugamos. Alquilamos un pequeño apartamento, Lilián empezó a trabajar en un supermercado, yo vareando y empezamos desde cero. Poco a poco, más cuidadores me fueron dando caballos para varear y, en la tarde, para caminar y fueron unos nueve meses donde mi trabajo fue ese, ya que, en ese lapso, solo corrí tres carreras en el interior.

El cambio llegó, cuando Eber Ilaria me recomendó con Rubén Marrero, en Las Piedras. Arreglé con él, me pagaba por trabajarle los caballos y me daba algunas montas. Yo viajaba todos los días, a las 5:20 de la mañana me tomaba el ómnibus rumbo a Las Piedras, para trabajar allá, siempre con el sueño de llegar a correr en Maroñas. Todo ese esfuerzo era para llegar a 50 victorias en el interior, para poder correr en la capital, porque recordemos que, en esa época, Las Piedras no era lo que es hoy y tampoco había Sint. Un muchacho, que iba a la parada a la misma hora que yo, un día, cuando yo ya ganaba carreras, me dijo: «Yo sabía que vos ibas a llegar, porque todos los días te veía al firme esperando el ómnibus». Y bueno, yo creo que esas cosas, ese trabajo diario, muchas veces, hace la diferencia.

En ese tiempo, Raúl Silvera, que era monta oficial de Marrero, completa las 50 victorias, pasa a correr en Maroñas y el «Grillo» me empieza a dar la mayoría de las montas en Las Piedras y en el interior, para que alcanzara el objetivo. En ese momento, empezamos a ganar de continuo. Llegué a las 50, a fines de 2011, en un contexto en el que Las Piedras no rendía económicamente, pero era vital para alcanzar las victorias necesarias. Recordemos que todo cambió muy rápido, tampoco había Escuela de Jockeys. Los fines de semana, me iba en los tráilers a correr al interior, a veces, llevaba a Emilio, que hasta hoy se acuerda de esos viajes. Fue una temporada brava, pero de enorme aprendizaje.

Ganar la carrera 50 en el interior debe haber sido una alegría enorme.

Sí, sin dudas, pero la alegría más grande fue un poco después. Presenté todas las carreras ganadas, para que me habilitaran en Maroñas, y rezábamos para que estuvieran todas. Ya nos había pasado que no mandaron dos que había ganado en Flores y tuve que ganar dos más, y, cuando presenté todo, no podía más de la ansiedad. Me dijeron: o te llamamos o llámanos el lunes, a las 17 horas. Llegó el lunes y yo estaba pegado al teléfono con los nervios de punta, 17:30 suena el teléfono y me avisan que estaba habilitado. Nos abrazamos con Lilián y Emilio, llorábamos todos juntos. Teníamos a Elías de dos meses, fue un momento inolvidable. Y algo anecdótico es que tenía la autorización, pero no tenía ninguna monta, y al otro día se firmaba. Yo vivía en frente a lo de José Valdez (entrenador) y Mauricio, que era un adolescente y hoy es jockey, siempre fue fanático de las carreras y cruzaba a casa a hablar del tema. Le conté que me habían dado el permiso, al rato volvió, y me dijo que el padre tenía anotado a su caballo y que me lo daba para que lo corriera. El caballo era Casual Boy y fue mi única monta del fin de semana. Cuando salí a la cancha para la carrera, fue una emoción enorme. Y a los 15 días, con el mismo caballo, me tocó ganar por primera vez.

Te tocó competir contra los mejores jockeys del país. En ese período de aprendizaje, ¿a quiénes mirabas?

Yo observaba a muchos, pero mis referentes eran Fabio Guedes y Carlos Méndez. Los dos ganaban de continuo, eran jockeys consagrados y, sin embargo, siempre me ayudaron con una humildad grande. Tico me llevaba a correr y forjamos una linda amistad, al punto que, hasta el día de hoy, en las mañanas de entrenamiento, nos damos una mano entrenando caballos cruzados para que el trabajo salga en tiempo y forma para ambos. El turf es muy competido, pero existe el compañerismo, la muestra es, por ejemplo, la gran amistad que tengo con Luis Cáceres, que me ganó la estadística en 2017 y yo le gané a él estos dos años y, sin embargo, nos llevamos notable.

Año 2012, sos aprendiz y te va muy bien: 42 victorias y un cambio grande en lo profesional.

Sí, con el descargo gané de continuo en esa temporada y fue muy bueno; en cambio, el primer semestre del 2013, ni bien perdí el descargo, fue tremendo. En seis meses, si no me equivoco, gané dos carreras. Perder el descargo es un momento complicado para todo jockey, los kilos ayudan y, cuando dejamos de tener esa ventaja contra los jockeys profesionales, cuesta un montón. Yo siempre tuve claro que tenía que seguir trabajando y que, en algún momento, las victorias iban a volver.

Desde 2014, comenzás a ganar de continuo, superando en Maroñas las 50 victorias en cada temporada, y también brillando en Las Piedras.

Sí, en Las Piedras fui dos veces segundo en la estadística, en 2015 y 2016, incluso ese año perdí por un triunfo, pese a estar dos meses sin correr por una rodada. Y, si bien siempre hablamos de Maroñas, en el limítrofe, llevo tres años seguidos ganando la estadística y es motivo de orgullo. Y en la capital, esos fueron los años en los que me afirmé.

¿Cómo cambia la vida diaria y de la familia esa mejora en la profesión?

Cambió menos de lo que se podría pensar, porque, para nosotros, el objetivo siempre fue comprar la casa. Así que se pagaban las cuentas, se seguía viviendo de manera austera y todo el resto se ahorraba. Hasta el día de hoy, tratamos de ser lo más prolijos posible, recién el año pasado nos dimos un gusto de unas vacaciones en Brasil. Ser ordenados fue clave para nosotros como familia, desde siempre, y lo sigue siendo. El cambio más grande, en ese 2014, fue que Lilián dejó de trabajar para encargarse de los niños y la casa. Pero lo importante es que, hace un tiempo, logramos el objetivo de tener la casa, que siempre fue nuestra gran meta. Lilián ha sido una compañera espectacular, ella se encarga de que todo funcione y que yo esté centrado en las carreras; ella tiene claro cuándo puedo comer, me prepara la ropa para correr y las cinchas. Ella es clave para que yo pueda ser quien soy en mi profesión.

Tras esas buenas temporadas, llega un 2018 que parecía irrepetible con las dos estadísticas y que te valió el Maroñas del Año.

Sí, fue un año impresionante, casi 100 victorias en Maroñas y las dos estadísticas, y la verdad es que, al empezar 2019, mi objetivo era ver si podía repetir lo hecho. Al final, terminé superando los triunfos, tanto en Maroñas como en Las Piedras.

¿Cómo definís el 2019? Récord de triunfos en Maroñas desde la reapertura, con 117, tercera estadística seguida en Las Piedras y 159 carreras en total.

Ganar esa cantidad de carreras, en un solo año, es algo que jamás ni siquiera me lo había planteado. Pasó todo tan rápido que, a veces, pasaban dos fines de semana sin ganar y uno se bajoneaba, y después miraba atrás y me decía a mí mismo: tranquilo, si venís ganando mucho. Hubo algún fin de semana que gané siete u ocho carreras y, cuando quise acordar, había sumado una cantidad tremenda.

Y no solo cantidad de carreras. En el segundo semestre, conseguís dos dobletes históricos, primero ambas Pollas y luego Jockey Club y Selección, en ambos casos con Algecira Fever y Ajuste Fiscal.

Eso fue increíble. Ganar una Polla ya es algo soñado, ganar esas cuatro carreras, en solo un mes, no lo esperaba. Estaba muy bien montado, pero son carreras muy complicadas, con los mejores del proceso selectivo, los mejores jockeys. Fijate que tenía dos Grupo 1, hasta ese momento, y gané cinco, desde fines de agosto hasta ahora, incluido un Ramírez, que es el más importante de todos.

Hablamos de lo que es el turf, las idas y vueltas, los buenos y malos momentos. Lo que te pasó el 6 de enero fue la demostración de cómo son las cosas y cómo todo puede cambiar en segundos.

Tal cual, fue tremendo. Hubo que borrar a Algecira Fever y esa ya es la primera mala noticia. Me quedé sin monta en el Ciudad de Montevideo, donde teníamos gran chance. Y, cuando estaba saliendo a correr con Purebreed una condicional, me enteré del golpe que tuvo Sinabung y no lo podía creer. En ese momento, sentí que no era mi tarde, perdía la chance en los dos primeros clásicos y, además, habían borrado otros dos en pruebas comunes. Sin embargo, mirá como terminó, gané el Ramírez y cerré la jornada triunfando en el Maroñas (G2), en una carrera hermosa, donde parece que me alcanzan y terminamos aguantando con Itaperuna.

Todo este gran momento y la obtención del Ramírez te abren un nuevo escenario, correr un Latino, en San Isidro, junto a Ajuste Fiscal. La carrera con más premios del continente y tu primera vez corriendo en el exterior, ya que aunque falta un mes y medio, ya está todo encaminado para viajar.

Es una carrera que me despierta una enorme ilusión, es un sueño para el que vamos a trabajar duro, porque además confiamos en el equipo, que con Ajuste Fiscal no solo sería viajar, sería ir con chances. Él tiene el potencial para ser un fenómeno y de todos los que yo he corrido es el mejor. Si sigue bien, no tengo dudas de que vamos a hacer un buen papel; en el césped rinde muy bien, vamos a tener la cancha para entrenarlo y confiamos en llegar con todo listo.

Ir al Latino te va a permitir correr en un turf mucho más grande que el nuestro. Más allá de que hoy económicamente estamos muchísimo más cerca que en el pasado, será una experiencia para aprovechar.

Sin dudas. Nunca he estado, pero lo sigo y sobre todo seguí siempre a Pablo Falero, que es un ídolo y un referente, y será muy lindo tener la oportunidad de correr allá. Un nuevo desafío y una experiencia que seguro me servirá para sacar nuevos aprendizajes.

Se acaba de retirar Pablo. El turf argentino siempre ha tenido uruguayos destacadísimos, ¿quién te dice, vos podrías ser el próximo en triunfar allá? ¿Pensás en esa o en alguna otra posibilidad en el exterior?

Es algo que lo hemos hablado en familia. Mucha gente me ha dicho que acá he ganado mucho, que estoy en un buen momento, en buena edad y que tengo el nivel para salir. No es una decisión sencilla, porque habría que mover a toda la familia, pero no es algo que descartemos. Estamos abiertos a escuchar propuestas, pero, al mismo tiempo, estamos tranquilos en Uruguay. No voy a salir a ver qué pasa. Si surge algo concreto, podría ser una posibilidad, porque siempre uno en su carrera profesional se plantea seguir mejorando.

Para cerrar, no puedo irme sin preguntarte ¿qué son para vos los caballos de carrera en tu vida?

Los caballos son una gran parte de mi vida, me crié con ellos, marcaron cada etapa, desde niño. Me han dado alegrías, me han dado tristezas y también algún golpe que me mandó al hospital. Toda mi familia ha estado siempre vinculada a ellos y les debo mucho.