Un grito mañanero que se extraña.

"Perico" en una magistral caricatura del Dr. Carlos Burgues, hecha en el año 1967.

En 1910, Perseguido en Uruguay por sus ideas políticas (era anarquista) Florencio Sánchez viajó a Argentina y allí, Inspirado por el ambiente periodístico, en sus ratos libres escribió una pequeña pieza teatral, cuyo personaje era un niño vendedor de diarios. La tituló «Canillita», conmovido por las piernas flacas de los diarieros rosarinos. Pero también, porque en invierno los veía con las narices chorreando como una canilla.

“Soy Canillita, gran personaje, con poca guita y muy mal traje; sigo travieso, desfachatado, chusco y travieso, gran descarado; soy embustero, soy vivaracho, y aunque cuentero no mal muchacho. Son mis amigos Pulga y Gorrita, Panchito Pugos, Chumbo y Bolita y con ellos y otros varios mañana y tarde pregonando los diarios cruzo la calle y en cafés y bares le encajo a los marchantes
diarios a mares. Muy mal considerado por mucha gente soy bueno, soy honrado, no soy pillete,y para un diario soy un elemento muy necesario”.

La ingenuidad de este texto sencillo escrito por Florencio Sánchez para su sainete de tres actos bautizó para toda la vida a un entrañable personaje urbano que con el paso de los años se transformó en el kiosquero o en el vendedor de diarios, o en el diariero.

Mientras en el país vecino el “Día del canillita” se conmemora el 7 de noviembre, fecha de la muerte del dramaturgo, en el Uruguay es el 26 de mayo, ya que coincide con la muerte de Adrián Troitiño, el fundador del sindicato de canillitas de Uruguay.

 

«Petoya» saliendo de la estación con sus diarios.

En Durazno

Se apilaban junto a la estación de ferrocarril y apenas llegaban los diarios desde Montevideo, salían como bólidos a recorrer las calles de la ciudad, con un grito mañanero tradicional.

Como “Perico” y otros tantos, Eudocio Rodriguez Morales, Petoya” fue de los últimos en esa tarea que desarrollaba con mucho amor y responsabilidad, con calor, con frío, con lluvia, con sus diarios bajo el brazo, como si tuviera una sola ala repartiendo noticias.

El frío de las madrugadas y el pucho eterno fueron destruyendo los pulmones de “Petoya”, aquél querido canillita que un día, cuando yo había ingresado a Radio Durazno e iba diariamente a levantar los diarios, me dijo, con toda razón, “yo también soy periodista”.

Recordarle es hacerlo con todos los que cumplieron esa tarea tan importante en tiempos casi olvidados.

Son otro claro ejemplo de que se puede impactar positivamente cuando se hacen cosas en apariencia pequeñas, pero que no son pequeñas.

 

Fotos de la Colección de Fotos antiguas de Durazno – Mtro. Disman Anchieri