Dándole de comer a las palomas

Un baile de las palomas custodia. su anonimato. En el banco de la plaza, disfruta del silencio de la tarde. Con tantos inviernos, como no disfrutar la primavera.

Y dándole de comer a las palomas, se ríe del atareado mundo que le rodea. La foto de Ramón Pérez le descubre. El sol se filtra sin permiso y las migajas caen como lágrimas para hacer sonreír a las palomas. Ellas saben que no hay invierno que dure cien años y que, al pasar la tormenta, la primera semilla que brota es el sol.

Y el  cree que su soledad debería tener alas.