A la soberbia, la arrogancia, la autosuficiencia y la ostentación, se imponen la humildad, la empatía, la sencillez, la autenticidad.

 

Somos lo que hacemos, no lo que decimos y menos lo que creemos que somos.”

William Shakespeare

La política tradicional jamás se ha caracterizado por ser un terreno fértil para la humildad. Parte de los problemas de una determinada concepción de la democracia representativa reside en prácticas arrogantes y actitudes pretenciosas de algunos de nuestros representantes. Estos déficits son, muchas veces, algo más que una conducta personal y reflejan la punta del iceberg de la corrupción en la gestión honesta de los recursos y las responsabilidades. Y también una concepción de la autoridad política basada en los privilegios y no en el servicio público. La humildad se opone a la autosuficiencia, a la arrogancia, a la soberbia, valores más propios de los autoritarios que de los demócratas. De los reaccionarios más que de los innovadores.

 

Y tomó un pincel, escribió sobre la tela blanca un 665 enorme, se subió a la bicicleta y se fue por las calles, a recorrer Durazno.

Su ídolo es Vidalín con quien ha trabajado en los últimos años en una especie de secretaría privada, donde demostró fundamentalmente ejecutividad, reconocida por quienes les ha servido de puente en gestiones ante la Intendencia.

Y no se subió al caballo del comisario, integrando listas ya famosas en su intención electoral. Creó la suya, con su propio perfil.

Mientras otros dirigentes  seguramente gastan mucho en la campaña proselitista, José Pablo Piñeiro gasta tiempo y energía, mostrando la humildad de su campaña, pero con la convicción del que cree en sus ideales.

Y por lo menos en la gente ha logrado despertar simpatía, por lo original y genuina de su campaña.

Sabe que es difícil la carrera ante competidores más poderosos, pero siente la satisfacción de competir gracias a su propio esfuerzo y que quienes voten la 665, en su gran mayoría, lo harán por él.