Suele suceder cuando se juega un clásico: la ciudad paralizada, poca gente en las calles y los televisores encendidos en todos lados.

Muchos se juntaron al mediodía, compartiendo un asado y siguieron de largo hasta la hora del partido. Y la pasión pudo más que la razón, porque de buen fútbol se vio muy poco. ¿Pero acaso eso le importa a los hinchas de los trico o de los peña?

Se jugaron más de 120 minutos y la victoria final le correspondió a Peñarol. Y entonces sí, la fiesta pasó a las calles. La clásica caravana con los colores amarillo y negro en banderas, camisetas, gorros …

Mientras la otra parte mascaba la bronca por la derrota de un partido que fueron ganando durante un lapso, los de Peñarol disfrutaban del segundo título consecutivo de Campeón Uruguayo.

Mañana aparecerán las clásicas cargadas, aunque algunos ya están haciendo punta en las redes sociales.