“No puedo dejar de abrazar a mis hijos”.

Agueda Restaíno.

Desde el  inicio de la emergencia sanitaria varios informes coinciden en que aún persiste en las personas mayores una idea de qué son objetos y no ciudadanos con derechos.

Es que se está privando a los adultos mayores del control para decidir lo que es mejor para sí mismos.

Robert Raúl Pérez psicólogo de la Universidad de la República, Grado 5, especializado en adultos mayores señala que la situación de pandemia de emergencia sanitaria ha puesto como el extremo varias cosas que estaban socialmente sostenida y que están en muchas de ellas muy invisibilizadas. El mensaje ha sido hagan cosas para las personas mayores pero no se les ha preguntado a las personas mayores que es lo que en realidad quieren.

“Hay que tener mucho cuidado con los mensajes que estamos dando. Creo que no se está evaluando los efectos que estamos produciendo en el plano de la salud mental pero también de los mensajes sociales y por lo tanto de la construcción de la realidad. Los discursos que construimos, las narrativas que construimos sobre nosotros mismos las que construyen otros sobre nosotros mismos.

Los protocolos atentan contra derechos más elementales de las personas mayores “agregó.

Elena Fonseca, integrante de “Cotidiano Mujer” se refería a una palabra fundamental en esto de ser autónomos la dignidad. “La dignidad es algo individual, no es colectiva. Creo que sirvió de  mucho lo de la casa de salud porque fue un golpe fuerte y evidente frente a la decisión a la libertad la autonomía de las personas viejas suprimir visitas cuando nadie les preguntó si preferían que les visitaran y tal vez contagiarse porque ahí está implícito en ese caso particular de las visitas en pleno covid-19 y la muerte también porque se protegía a las personas para que no murieran. La vida defendía la vida pero quién defendía la calidad de vida de esas personas, lo que sufría una persona que hoy nos decía “Pero por favor yo tengo 94 años y me contagió igual que me voy a morir de una corriente de aire pasado mañana, o sea no va a ser un cambio sustancial yo quiero ver a mi familia”.

Águeda Restaíno, de la Red Nacional de Organizaciones de Personas Mayores señala que “después de mucho trabajo durante años con la importancia de un envejecimiento activo pareció esto de quédate adentro no salgas, provocando una  sensación extraña de tristeza de no ver a familiares y amigos. Y en las fiestas, para muchos tal vez no significa nada, pero para otros significa sentarse con sus hijos, con sus nietos, con sus hermanos. Ese no salga es volver a sentir la infantilización de la vejez. Esa imagen que se tuvo siempre de “cuidemos a nuestros mayores”. Nosotros no  somos de nadie, somos nosotros mismos y en mi caso como en muchos de más de 80 años, creo que ha sido una medida exagerada, porque yo quiero ver a mi familia por que no sé cuándo los voy a volver a ver. No puedo dejar de abrazar a mis hijos”.

En la extensa nota de Del Sol FM de la que extractamos lo medular, hay coincidencia en los entrevistados de la necesidad de que se respeten los derechos a los adultos mayores de decidir sobre su futuro, especialmente en casos de personas de mucha edad que con pandemia o sin ella, quieren vivir lo que les resta de vida con dignidad. Con la autonomía como la habilidad de elegir y tomar decisiones de acuerdo con la conciencia, los valores, la voluntad y las preferencias propias.

 

Nota realizada por  Tania de Tomas Boggia.