El pasado viernes en la Plaza de la Bandera  y Plaza Cagancha de Montevideo, por segunda vez se efectuó una concentración numerosa, donde se expone claramente la posición contraria a la utilización de tapabocas por parte de los niños.

En ese sentido, en el último encuentro se dió a conocer la siguiente reflexión:

 

“Educar sin tapar bocas es un colectivo que persigue, únicamente, restaurar y mejorar el relno de nuestros hijos. Romper esa especie de hechizo maligno que se ha tendido sobre ellos.

En este colectivo estamos motivados pura y exclusivamente por la le legitima defensa de los derechos de los niños y adolescentes, que el mundo de los adultos olvida, Ignota o Incumple voluntariamente. No tenemos ninguna motivación polftlco-partldarla.

A muchas madres y padres, como yo, nos toca mandar por primera vez a nuestros hijos a un centro educativo este año. Cuál es la enseñanza que le quedará a mi hijo en su primera experiencia en el sistema educativo? Distanciamiento, tapabocas,la espontaneidad amputada.

Qué aprendizaje le serán garantizados si no se le estará .permitido observar ni escuchar debidamente a su maestra, que tendrá dos terceras partes de su rostro tapado, ni mucho menos tener un vínculo fisco tan necesario con ella? ¿Qué podrá aprender si la comunicación y la socialización le estarán profundamente limitadas?

No hay verdadero aprendizaje sin emoción, sin vínculo afectivo. Lo dicen los expertos, a los que tanta gente venera. ¿Qué aprenderá mi hijo en esta circunstancia antipedagógica por donde se le mire.

“Es solo un trapito,  Qué le va a hacer” “Es solo un ratito” dirán algunos…Tapabocas es generar miedo, culpa, es silenciar, truncar el aprendizaje, des socializar, enfermar física y emocionalmente a nuestros hijos. No previene nada riesgoso para la salud y, por el contrario, provoca toda clase de efectos negativos. Lo dicen “los expertos”, la OMS, el Instituto Pasteur, el último reporte del MSP, los psicólogos  y psiquiatras. Pero, principalmente, lo dice una madre, un padre, lo dicta el sentido común.

No seamos cómplices. Denunciemos y opongámonos sin titubeos, como padres y madres, como abuelos, como educadores v como gente con simple sentido común, a este atropello de los derechos del niño y del adolescente.

Los números no mienten: solo un 1 %. de niños se vieron afectados por COVID en lo que va de la pandemia en Uruguay. Los niños y adultos contagiados no tuvieron como vector a otro niño, sino siempre a un adulto.

Qué se está  previniendo realmente con estos protocolos?

La felicidad de los niños? Su auténtica naturaleza?

Esto ocurre en el actual y distóplco reino del revés que tenemos la obligación moral y el aval científica para desmantelar entre todos.”