Que no se calle el tambor, que no se calle…
Este sábado, fue la despedida definitiva de “Uráfrica”. Sus responsables, sus integrantes, esa gran familia que la componen, cerraron un capítulo rico, extraordinario.
Sus tambores y bailarines estuvieron en el barrio donde nacieron para despedir una etapa, sin dejar morir el amor por un ritmo que se lleva en la sangre y que solo pueden definirlo quienes lo practican.
Los González – la forma más gráfica de nombrar a la familia gestora – fueron los que dieron el adiós, pero recibieron a la vez, el afecto y la comprensión de todos aquellos que conocieron de cerca la tarea desarrollada y de muchos que, simplemente como espectadores, tienen claro lo que significó la Comparsa para Durazno.
Pero estamos seguros que el tambor no callará su voz.
Las mismas manos u otras, golpearán sus lonjas en el futuro; los bailarines seguirán con pasión su ritmo y las estrellas y estandartes recortarán otros retazos de cielo.
Uráfica como tal, deja el camino del candombe, pero imposible será que sucumba su recuerdo y se multiplique su legado.