Gerardo Martínez llevó su música a un lugar diferente.

Se dice que la música es el anestésico favorito de media población. Cuando todo va bien y cuando todo va regular. La música tiene diferentes beneficios para nuestras vidas.

Gerardo ha caminado su vida con la música. La lleva en la sangre, la siente, la vive, la muestra, la ofrece, la disfruta.

Conociéndolo casi desde la niñez, no le imagino sin una invisible aureola musical. Y hoy, otros tiempos, otras circunstancias, le sigue acompañando como anestésico personal seguramente, pero también para contribuir en nosotros, retrotraer a momentos de nuestra vida pasada que creíamos haber olvidado y que, sin embargo, se mantienen en algún rincón de nuestra memoria.

Gerardo sabe que afortunadamente, hay música para cada uno de los estados de ánimo que estés experimentando. Por eso, apenas bajado del enorme escenario del Teatro Español, se tomó tiempo para llegar a un lugar que cobija, donde muchos lugareños transcurren sus días, por distintas razones, pero conformando una comunidad especial, en un lugar especial, con atención especial.

Y entonces, sus manos recorren las teclas para sacar del órgano la música que influye directamente en el estado de ánimo de su pequeño auditorio.

Los aplausos de pocas manos, suenan tanto como la sala llena del Teatro.

Y quienes le conocemos sentimos que en cada nota es su “corazón verdadero hecho música”.