La primavera … tiempo de tibieza y desparpajo, de expansión y de hormonas descaradas. Tiempo de renacer, de brotar, de dar a luz nuevos sueños, nuevos caminos.

Y para la ciudad, tiempo de descubrir la belleza que parecía dormida en lugares tan comunes y frecuentes.

En el medio de la plaza, la pérgola muestra sus mejores galas porque la primavera la hace lucir espectacular.

Sacó del cajón del invierno su vestido de Santa Rita que le queda a la perfección.

Y los que vienen y van, no pueden dejar de mirar esa belleza tan nuestra.

Y admirarla.