Hace un rato, en el Taller de Artes Plásticas, se desarrolló un pequeño espectáculo musical donde se presentaron en el patio del taller la joven Pilar Luján, acompañada en guitarra por Facundo Martínez interpretó tres temas del cancionero popular latinoamericano y acto seguido lo hicieron Fernando De León en teclado, Gustavo Rosano en el bajo y Diego Pérez en la percusión con un repertorio de candombe.

Cuando escuchamos con atención a estos cantores y músicos nuestros, más convencidos estamos del error imperdonable que han tenido sus organizadores de los últimos años, en eliminar el Concurso del Festival de Durazno.

Porque aunque pueda sostenerse y compartir la oportunidad que se le brinda a los nuestros en el Festival del Rosedal, concursar en Durazno tenía una trascendencia mayor y brindaba a los mejores, la posibilidad de proyectarse y conocer otros escenarios.

Ya en la etapa previa, en las denominadas Eliminatorias, participar era clave porque clasificaba para Durazno y porque nos representaban en cada concurso similar (hoy hay varios) que se cumplían en otros Festivales.

Qué pena que no se revea una decisión que atentó contra los propios intereses del Festival, a la luz de los nombres de artistas que pasaron por la instancia de concursar en Durazno y hoy son consagrados.

Y los nuestros se quedaron sin esa posibilidad de demostrar que pueden ser mejores y debieron resignarse a actuar en el peor horario, cuando casi no hay público, como para cumplir.

Qué pena.

Por Jesús Correa