¿Viejo catre de lona, recuerdas tú aquellos veranos tórridos de mi niñez?

Allá por los años 70, dónde la vieja casa no tenía rejas y las puertas nunca se cerraban con llave, hacíamos las siestas sin abrigo, en el fondo de la casona, a cielo abierto buscando la sombra y el aire fresco

Mi madre, con su palmeta mata moscas, guardiana del sueño siempre feliz y con aroma de azahares.

Bajo un racimo de estrellas,  pasaron aquellas noches tranquilas, de puertas y ventanas sin rejas; sólo el canto de la chicharra en la siesta o del grillo en las noches, transgredían la imposición de silencio.

Durmiendo o fingiéndome dormido, imaginando aventuras desde el viejo catre, el que se volvía según mi gusto, avión en vuelo, un poderoso cohete espacial o mi castillo.

Aquellos días de verano, en la memoria brillan como las estrellas, las mismas que poblaban nuestro cielo infantil y bajo las que dormíamos. Esas que nunca se extinguirán en mis recuerdos.

El viejo catre fue mudo testigo de mis sueños y de mis dolores de ayer, allá en los lejanos veranos de los años 70, donde aún duerme mi inocencia infantil.

A la noche, si no había brisa, mamá nos cubría con su amor y el mosquitero, y a dormir tranqui nomás, bajo el cielo estrellado donde buscábamos al abuelo y a la abuela que se fueron demasiado pronto o intentando descifrar las tres marías, o los siete cabritos.

Desde aquel catre de lona, elegíamos a qué estrella volar con la nave de Flash Gordon o simplemente mirábamos a los gatos transitar por los muros, intentando reconocer el nuestro.

Catre de lona, cuantas historias sepultaste contigo, cuando- sin siquiera sospecharlo – te plegamos por última vez.

Ya no se duerme bajo el abrigo estrellado del firmamento, nosotros crecimos y la modernidad mató aquellas costumbres y es raro ver algún catre de lona, de tijera, dónde descansar era vivir.

Viejo catre de lona, te llevo en mi memoria y en mi alma agradecidas.

  • Del muro de Daniel Generali