Entre las hojas.
Le vi mil veces agacharse
para recoger las hojas
que un otoño testarudo
enemigo de la sombra
fue desnudando los árboles
sin importarle las horas.
Cuando sus manos con guantes
aprisionaban las bolsas
llenas de tonos dorados
y le anudaban el cuello
como sellando una boca
desde el plátano porfiado
caían de pronto otras.
Y de nuevo la tarea,
manos, guantes, hojas, bolsa
y una mañana que pasa
en una ciudad quejosa
de la brisa del otoño
el rocío con sus gotas.
y esa mujer que va y viene
en tarea silenciosa
ignorada por la gente
pero sin duda, valiosa.