En las últimas horas, falleció Waldemar Rodríguez Molinari, quien integró el grupo selecto de jugadores en una de las épocas más gloriosas del fútbol de Durazno.

Pero me permito recordar otra de sus facetas, que para nada lo alejó de su afecto a todo lo que fuera popular por excelencia.

Integró durante muchos años y en diferentes administraciones comunales, la Comisión Organizadora del Festival Nacional de Folclore de Durazno. Allí, en ese trillo fuimos compañeros de camino.

Eran tiempos de hacer, de crear, de innovar, de tratar de sorprender, en un evento que nació tímidamente, pero que crecía a pasos agigantados y con ello, aumentaban las exigencias.

En el Estadio primero y en el Parque después, Waldemar fue un organizador responsable, celoso de cuidar y mantener la esencia del evento y tuvo la virtud de retirarse antes de lo que vino después y que, a nosotros y a muchos, nos hace añorar lo que se fue.

En el Festival 25, fue distinguido con el “Charrúa de Plata”, como reconocimiento a tantos años de aporte.

Si es cierto que existe otra vida más allá de la muerte, ya estará hablando de fútbol con su amigo Walter González Acuña o disfrutando del canto de Santiago o con una charla amena con Juan Morra.

Fútbol y folclore. Pasiones que unen más allá de los tiempos.

Por Jesús Carlos Correa