El mundo todo recuerda este 1º de mayo el “Día de los Trabajadores” y consideramos propicia la ocasión  para una celebración y para una reflexión.

Una correcta comprensión del trabajo, nos muestra que mucho de lo que consideramos trabajo, no lo es.

Trabajo es una actividad que transforma la realidad positivamente, que reconoce la dignidad a su agente, que genera ingresos para satisfacer las necesidades básicas, que es regular y permanente y se encuentra regulada por el Estado. En este orden de ideas, muchas actividades son simple caricatura del verdadero  trabajo, o manifestación del envilecimiento que este concepto ha sufrido, o expresión de quienes, negándose a renunciar a su dignidad, llaman trabajo a su desesperado “rebusque” de sobrevivencia. Tal, aquel niño que respondió  a su maestra diciendo que su mamá sí trabajaba: pidiendo limosna en una esquina.

Informes serios establecen que Durazno tiene un alto índice de desocupación.

La falta de oferta laboral en nuestro medio, es responsabilidad compartida de la Comuna, del Estado, de las empresas productivas, financieras y de servicios y de los particulares, en fin, de toda la sociedad.

De la Intendencia porque a pesar que se reconoce determinados esfuerzos, no han resultado suficientes. Del Estado, que no pone en práctica políticas que tomen en serio el respeto a este derecho fundamental. De los empresarios, desinteresados de la función social de la riqueza; de los particulares, que no pagan el salario mínimo y la seguridad social a sus trabajadores y de los que guardamos silencio frente a estos hechos.

No es esta precisamente  la situación que queremos celebrar en el Día del Trabajo. Queremos sí, reconocer los esfuerzos de aquellas empresas que se auto-responsabilizan y  toman en serio el problema del desempleo; de aquellos empleadores particulares que no se limitan en las relaciones con sus empleados y trabajadores al cubrimiento de sus obligaciones laborales, sino que también extienden hacia ellos, por consideración a su dignidad como seres humanos, su solidaridad y compasión. De manera especial, aplaudir a los responsables de las medianas, pequeñas y microempresas quienes generan empleo estable e ingresos justos y, sobre todo, sentimientos de autovaloración en sus miembros.

E invitar a los que están ausentes de los beneficios del trabajo humanizante, a no renunciar a sus derechos y a persistir en su búsqueda, en la esperanza que abrigamos muchos de que un mundo distinto sí es posible.