Se cumple hoy un nuevo aniversario del nacimiento del Dr. Luis Alberto de Herrera, Político y periodista uruguayo (Montevideo, 1873 – 1959), por lo cual se han realizado numeroso actos en todo el país.

 Casado con Margarita Uriarte. Fue el caudillo y principal conductor del Partido Nacional o Blanco entre 1920 y 1959. Trabajó como periodista en medios escritos desde 1893: en el diario El NacionalLa DemocraciaEl País, y fue fundador y director desde 1931 del diario El Debate. Obtuvo el título de abogado en 1903, aunque nunca ejerció esa profesión. Profesor de Historia Americana y Nacional, desempeñó el cargo de juez en 1899.

Miembro de la Academia Nacional de Letras y fundador en el Río de la Plata del revisionismo histórico, entre sus obras destacan: Por La Patria (1898), La Tierra Charrúa (1901), La Doctrina Drago y el interés del Uruguay (1908), La Diplomacia Oriental en el Paraguay, I y II (1908 y 1911), La Revolución Francesa y Sudamérica (1910), El Uruguay Internacional (1912), Buenos Aires, Urquiza y el Uruguay (1919), La clausura de los ríos (1920), El Drama del 65La culpa mitrista (1926), La Misión Ponsomby (1930), La Paz de 1828 (1940), Orígenes de la Guerra Grande (1941), La pseudo historia para el Delfín (1947) y Antes y después de la Triple Alianza (1951).

Participó en las revoluciones del Partido Nacional o Blanco de 1896, 1897 y 1904. Integró y presidió el directorio del Partido Nacional desde la década de los años veinte hasta su fallecimiento. Ejerció funciones diplomáticas en Estados Unidos y Gran Bretaña. Ingresó en el Parlamento como diputado en 1905, y además fue senador en reiteradas ocasiones. Fue seis veces candidato a la presidencia de la República por el Partido Nacional.

En 1925, tras ganar las elecciones parciales para el Consejo Nacional de Administración, ocupó la Presidencia de dicho órgano (rama del Poder Ejecutivo de integración colegiada con 9 miembros, según la Constitución de 1919). Igualmente integró el Poder Ejecutivo como Consejero Nacional de Gobierno entre 1955 y 1959. Fue un decidido defensor del americanismo, del neutralismo y, en materia internacional, opuesto a toda forma de intervención en los asuntos internos de los países.