Por Carlos Fariello

Los años van mostrando

que los otoños

son como mojones

en el derrotero de la vida,

el dorado escenario

donde la danza de las hojas

amarillas, libres

al viento,

se renueva y

se repite

y nos trae recuerdos

otra vez jugar los juegos infantiles

abrazar a los amigos

sentir el fresco de las mañanas

la luz del día atenuándose hacia el mes de abril

ya lejos del verano.

Mi juego preferido era

contar las nubes

y dibujarlas,

buscarles el sentido a todas las cosas

y a todas las cosas sentirlas

intensamente.

Cómo no recordar el aroma del café

y el sabor del dulce de higos

siempre cómplices en el desayuno.

Otoño y su magia

la que no se pierde.

Nueva cada año.

Cada año distinta.