Rodrigo: misionero de Durazno a la Amazonía.
Rodrigo Castells recibió anoche el envío misionero y la bendición de Mons. Martín para continuar la tarea evangelizadora en la Amazonía, en la frontera de Perú, Brasil y Colombia.
Rodrigo ya estuvo en la región durante dos años como miembro de la Compañía de Jesús y desde este jueves 28 inicia el camino de regreso como misionero laico, consagrado en la Iglesia, en una nueva etapa. La ciudad se llama Leticia. Ha estado trabajando en una parroquia a la que se llega remontando el río Amazonas varias horas desde la ciudad. Continuará trabajando con los Picuna, una etnia que se extiende entre los tres países y son los «hijos de la yuca», una cultura agrícola ancestral.
«Yo no sé si voy tanto a sembrar (el evangelio). Dios va adelante sembrando y yo voy acompañando procesos, para que aquello que Dios quiere de cada pueblo dé fruto, que no fracase. Son comunidades humildes, muy sencillas, casi sin recursos» señala.«Son lugares exigentes, por el ambiente y por la distancia cultural de los pueblos. Esto exige salir mucho y tener claras cuáles son las prioridades. En estas realidades hay que tener mucha conciencia para decir sin imponer, para no decirlo todo desde nuestra propia cultura.»
Rodrigo hizo referencia al Sínodo de la Amazonía convocada por Papa Francisco y al documento pontificio Querida Amazonía, donde se marcaron líneas pastorales para caminar en una región extensa con diversidad de cultura y reservorio de vida para el planeta. «Dentro de las invitaciones para el trabajo pastoral en esta región me motiva particularmente desarrollar el nuevo rito amazónico. Es una invitación del Papa, de la Iglesia. Una nueva manera de celebrar la fe católica más allá del lenguaje verbal o el idioma, que no sea simplemente reproducir el modo de celebrar europeo, romano. En este proceso me siento especialmente invitado a sumar, integro una comisión de obispos, laicos, para hacer camino. Estos pueblos autóctonos necesitan ser reconocidos y valorados y necesitan reconocer la obra de Dios en ellos, incluso antes de haber sido evangelizados.» aseguró Rodrigo. «Voy a escuchar más allá del idioma, la escucha tiene que ver mucho más con las actitudes que con las palabras. Al hombre indígena lo escuchás en su siembra de mandioca o en la pesca, a la mujer en su cultivo. Se me hace necesario vivir al ritmo de ellos, vivir como ellos viven, de manera que la escucha sea amplia, profunda, de corazón. Desde ahí recién proponer algo como hombre de Iglesia» concluyó.
*Fuente Diocesis de Florida.