La mujer en el acervo del museo Casa de Rivera: Bernardina Fragoso de Rivera

Bolso de mano que perteneció a Bernardina. Fue adquirido por el Dr. Huáscar Parallada y fue donado al Museo Casa de Rivera de Durazno por la Sra. Felipa Noriega de Parallada.

Bernardina Fragoso (1796-1863) se casó muy joven con el entonces oficial artiguista Fructuoso Rivera y lo acompañó a lo largo de toda su dilatada trayectoria militar y política, poniendo varias veces en riesgo su vida. Del matrimonio nació un solo hijo que falleció a muy corta edad.

A lo largo de su vida fue proverbial su generosidad con los más necesitados y adoptó a numerosos niños. Tuvo residencia en distintos lugares, destacándose la estancia en el arroyo de la Virgen, la chacra del Arroyo Seco y las amplias residencias en Montevideo y Durazno. En Durazno con su esposo ocuparon distintas viviendas hasta que en 1835 mandaron a construir la amplia casona que ahora es Museo Histórico. Varios familiares también residían en la Villa, lo que era otro motivo para que permaneciera largos períodos en dicha población. Su correspondencia permite conocer su personalidad generosa, sensible, pero también firme a la hora de hablar con su esposo y de aconsejarlo. Estaba perfectamente informada de los distintos acontecimientos de carácter político y militar de su tiempo.

Por los avatares bélicos de la Guerra Grande, desde el año 1843 no regresó más a su casa en Durazno, permaneciendo en Montevideo, donde llevó una intensa actividad en la atención de los perjudicados por la guerra, especialmente de los heridos. Fue fundadora y presidió la institución de beneficencia “Asociación Filantrópica de Damas Orientales”. También actuó de forma decisiva en acciones políticas para promover el retorno de su esposo, por ejemplo en 1846 cuando se quiso impedir que el Caudillo regresara a Montevideo.

Al finalizar la Guerra Grande y luego de enviudar (1854) la propiedad de la casona en Durazno pasó a los acreedores, mientras que la estancia del otro lado del Yí Bernardina la vendió al inmigrante español Juan Sainz de la Peña. Después siguió visitando la Villa, pues aquí vivía uno de sus hijos adoptivos, Pablo Rivera.

Antiguos vecinos del Durazno antiguo la recordaban como una mujer de carácter muy agradable y generoso, siempre rodeada de niños o atendiendo a personas que acudían a ella en búsqueda de una solución a sus problemas. Los ecos de su recuerdo motivaron que la población al norte del río Yí que se formó junto a la Estación Yí, pasara a denominarse Santa Bernardina.

Material Informativo aportado por el Museo «Casa de Rivera».

Portada del libro editado por el Archivo General de la Nación (1939) con la correspondencia intercambiada entre Rivera y Bernardina por varios años. También incluye correspondencia de ella con otras personalidades de la época. Volumen de la Biblioteca Duraznense del Museo Casa de Rivera (donación Suc. Pedro Montero López).