Que lo material no salpique esta navidad,

Por Carlos Fariello

Desde mi ventana, una construcción simulada desde la cual pienso e intento explicarme la realidad, miro azorado el mundo que me rodea.

Trato, no ya de comprenderlo, pero si al menos de sacar mis conclusiones sobre el clima previo a las llamadas, en tono quizás del viejo batllismo, laico e irreverente, tradicionales.

Poca tradición puede tener un pueblo o una sociedad respecto de la Navidad, por ejemplo, si carece del sentido mínimo de su esencia. Pero no deseo entrar en este terreno.

Sí me tiene estupefacto esa desembozada competencia por el gasto y el consumo.

Quieren aparentar teniendo, dijo cierta vez un amigo, y agrego, en ese afán por tener todo, porque todos tenemos derecho a tener todo. Como si esta sentencia debiera cumplirse aún a costa de hipotecarlo todo, hasta el último peso, si también fuera necesario, obligatorio.

La publicidad y el marketing como anestésicos de un capitalismo en descomposición y con sus abanderados inmersos en una debacle.

Pareciera que la felicidad está entre tener y no tener, entre tener  obligatoriamente aquello que muchas veces no es necesario, y no poder tenerlo.

Una educación en valores podría darnos una mano para liberarnos de esa maldita adicción por las ofertas, las liquidaciones, los outles y cuánta otra moda mercenaria se cuele frente a nosotros.

Lo más triste, y a la vez peligroso, es querer tener para ser, trascender desde las zapatillas, o desde la grifa cosida en la cintura del vaquero , la marca de anteojos o el perfume más usado.

El reino de lo material que pone precio a todo lo que camina y vive, que salpica nuestra cotidianidad de manera negativa y nos entrega una visión distorsionada de las cosas y hasta de los sentimientos.

A nadie se le ocurre trascender, ser alguien, empatizar con sus semejantes, ser solidario, desde sus ideas y desde sus actitudes éticas.

Me quedo con el mensaje de aquel que al nacer, pobre y perseguido, en una noche fría y al calor de sus padres y de los sucios animales del establo, fuera luego llama de liberación para los hombres de su tiempo. Un humilde judío que quizo modificar el mundo empezando por cambiar las leyes que los hombres habían escrito para Dios, y nos regaló la idea hecha carne de un Dios creado para los hombres.