A Germán Hornos la nueva vida le trajo luz y no pide más nada.

Foto de El Observador.

Cuando en cualquier actividad, alguien exitoso deja de estar visible para sus coterráneos, estos suelen preguntarse que será de su vida.

Por ser un preciado jugador del fútbol duraznense, exitoso en su momento y con arraigo familiar en la comunidad, nos pareció oportuno publicar la nota realizada por el colega Edward Piñón en la edición de este domingo del diario El Pais.

El exfutbolista que tuvo un momento de esplendor y que de repente todo se le apagó, hoy disfruta de su linda familia y de su independencia, por eso no le interesa volver atrás.

A los 20 años, en 2002, su infernal racha goleadora lo convirtió en la sensación del Campeonato Uruguayo. En julio de 2003 se unió al Sevilla junto a otro uruguayo, Darío Silva. Firmó un contrato por cinco años, pero no tuvo los minutos que necesitaba y para el 2004 fue cedido al Real Valladolid. Esa temporada la arrancó a todo tren porque metió 8 goles en 16 partidos y, de repente, se bajó una cortina. Un viaje a Uruguay para pasar las fiestas terminó con un tremendo accidente automovilístico que le cambió la vida. Hoy, a los 38 años, sin haber dejado de amar nunca al fútbol, Germán Hornos, disfruta su vida nueva. “Tengo una independencia, una linda familia, qué más puedo pedir. Si no hubiese ocurrido todo eso, sin querer hacer justificaciones, Río, que es mi hija, no existiría”.

En momentos que el dolor del mundo fútbol en Uruguay no aplaca por la triste pérdida de Williams Martínez, Hornos, que estuvo un año y medio retirado porque el vuelco del automóvil que conducía en la madrugada del 25 de diciembre de 2004 le provocó la fractura de cráneo y hundimiento de tórax, consideró que hay que ir más a fondo en la realidad de la vida de los jugadores y entender cada caso.

“Hay que ir entorno del jugador, a lo que se espera de esas personas. Debe tenerse en cuenta que un futbolista comparte dos horas o dos horas y media de entrenamiento con sus compañeros y, a veces, como el futbolista es muy orgulloso, no quiere hablar de algunas cosas”

“Hay que poner el ojo en distintos aspectos, porque cada uno tiene una realidad diferente. Algunas cosas están por fuera del tema económico y no digo que eso no haya repercutido en ciertos casos, pero está más allá de eso. Hay que ir entorno del jugador, a lo que se espera de esas personas. Debe tenerse en cuenta que un futbolista comparte dos horas o dos horas y media de entrenamiento con sus compañeros y, a veces, como el futbolista es muy orgulloso, no quiere hablar de algunas cosas que no se le dan. Hay que ver un poco la vida de cada uno, si se pagan los sueldos verdaderamente, si son respetados como tienen que ser por parte de los dirigentes, si hay una garantía. Hay muchos temitas que pueden influir. Por no sabés si cenó la noche anterior, si tiene que trabajar en otra cosa, ni cómo está su familia. Es muy delicado todo y no es para cualquiera”, resaltó el exfutbolista en su diálogo con Ovación.

El recorrido futbolístico

A los 19 años llegó a Fénix, después de que lo observaran jugar en la Sub 18 de Durazno. En 2002 fue el goleador del Campeonato Uruguayo y un año después lo contrató el Sevilla de España. Con 21 años fue cedido a préstamo al Valladolid, para jugar allí la temporada 2004-2005 de la Segunda división española. En 2006 volvió a Uruguay para jugar en Bella Vista, River Plate, Central Español, Tacuarembó. En 2009 fue a Francia y en 2011 a Chile.

En su casa de Punta Gorda, feliz con su compañera Pilar y disfrutando en cada momento de su hija Río, aquel goleador que supo llegar a la Selección uruguaya no le escapa al tema que genera tanta preocupación, como los suicidios de Santiago “Morro” García y Williams Martínez. En ese sentido añadió: “Hay muchos temas que no se atienden, ni en Uruguay ni a nivel mundial. Hay ciertas maneras de vivir que no conocemos o no sabemos, lo único que conocemos son esas dos horas y media. Y no conocemos sus expectativas, sus sueños o sus dudas sobre el futuro de su vida. Porque muchos se preguntan qué puede ser de ellos de los 30 para adelante”.

Alejado del fútbol profesional, pero disfrutándolo a su manera porque con alegría expresa que no deja “de jugarlo con amigos”, Hornos dijo que todo sería más fácil para el futbolista “si se pudiera vivir con el diario del lunes por todos los momentos que te hace vivir el fútbol y en algunos casos a tan temprana edad”.

 “El trabajo diario, la recuperación diaria hizo que arrancara otra vida. Llevar a cabo la vida de otra manera, prestarles importancia a otras cosas”

Aunque hizo el curso de técnico, el exfutbolista de Fénix está viviendo “de negocios inmobiliarios propios, independientes” admite que “hay muchas cosas de los pasajes de su vida que ya fueron cerrados y otros que se están cerrando”.

La noche del accidente, que obligó a que tuviera en coma inducido y una intervención quirúrgica por la fractura craneal, Hornos entiende que “una de las maneras de describirla es como que se bajó una cortina, pero a la vez es como que me la bajé yo, también. Se juntaron varios componentes, donde debía suceder lo que sucedió y luego fue otro cantar. Vino otra persona. Después del accidente nació otra persona. Las realidades cambiaron. Ya lo veía y lo sentía de otra manera al fútbol, no quiere decir que haya perdido el amor hacia el fútbol, no tiene nada que ver”.

Su lucha cambió. Pero nunca se rindió. “Pasé de estar jugando al primer nivel al otro lado de la cara. Porque ya me encontraba tratando de salvar la vida, ver si no quedaban secuelas. Fue eso, pero uno de inconsciente sin querer dejar el fútbol de lado. Tal vez el mayor porcentaje de lo que me importaba era volver al fútbol. Eso era mi motivación. El tema del luchar yo creo que el futbolista ya lo tiene como un poco arraigado, sobreponerse a ciertas situaciones, porque desde las inferiores sabés que si querés llegar todo cuesta. Aprendés hasta en el vestuario mismo. Ahí ya te van enseñando a cómo manejarte en la vida”.

Siete veces internacional

El 20 de noviembre de 2002, Germán Hornos se puso por primera vez la camiseta de la Selección uruguaya de fútbol. Fue en el partido ante Venezuela en el Estadio Centenario y por las Eliminatorias de Alemania 2006. En total, el delantero disputó siete encuentros internacionales con la Celeste. En ellos totalizó 436 minutos disputados y pudo convertir un gol. Ese tanto lo hizo en el amistoso ante Corea del Sur el 8 de junio de 2003. Hornos acumuló dos partidos ganados, dos empatados y tres perdidos en su historial con el combinado uruguayo.

Hornos recuerda que “el trabajo diario, la recuperación diaria hizo que arrancara otra vida. Llevar a cabo la vida de otra manera, prestarles importancia a otras cosas y no a un deporte donde tenés que estar enchufado las 24 horas del día. Cuando me desperté el estado físico no era el mismo (había perdido 10 kilos) y mi obligación era llevar adelante la recuperación cumpliendo lo que me mandaran. Debo ser justo, con 22 años qué decisión podía tomar yo después de pasar ese episodio, y no tomé decisiones o lo hicieron los médicos o mi familia, pero yo ni comentaba siquiera”.

Hoy ya “es un libro cerrado el accidente”, pero eso no le impide reconocer que “al estar en un nivel de competición no podés tener ciertos deslices, como por ejemplo venirte a Uruguay por tres o cuatro días”. Ese viaje se dio para pasar las fiestas en familia y con autorización del Valladolid. Germán salió con sus amigos y le tocó vivir lo peor de todo.

“Cuando llegas a la elite del fútbol hay que mantenerse ahí, porque cada seis meses tenés periodo de pases y si no das el resultado a los seis meses tenés uno atrás tuyo. Hay que mantenerse jugando, estando activo, hay que meter esa permanencia y esa constancia, mucha gente no la sabe tener. Y yo estoy incluido, no la supe tener en aquel momento. Esa es la realidad. No sé por qué esas decisiones se tomaron cuando yo era un tipo más que profesional en todo sentido. Ocurrió, pero hubo varios factores que influyeron para que esa noche pasara lo que pasó y que todo lo que se construyó en dos años se derrumbara en una noche”.

Después del accidente y de un problema económico que sufrió por un robo que le hicieron del pago que había efectuado el Sevilla, lo que originó un juicio de seis años que al final el exfutbolista logró llegar a un acuerdo, empezó a conocer “un poco a la gente que me rodeaba. Me llevé muchas decepciones, pero tampoco voy a estar en eso. Cada cual que siga su camino, yo tengo una vida nueva, tengo una independencia, una linda familia, qué más puedo pedir. Y llegamos a este momento, que, si no hubiese ocurrido todo esto, sin querer justificaciones, Río, que es mi hija, no existiría. Así que no me interesa volver a atrás. Y hay temas que no quiero volver a mencionar”.