El recuerdo y el adiós que dejó el tren.

La estación supo de otras épocas de movimiento y bullicio, de rostros con lágrimas de despedida y de abrazos en señal de recibimiento.

El andén espera que vuelvan el roncar de las locomotoras y la música, un tanto monótona, del traqueteo de las formaciones sobre las vías.

Han quitado los caminos de hierro. El pasto crece como queriendo borrar la ferroviaria memoria de la Estación Durazno.

En el recuerdo, la llegada del tren, la bajada de los diarios y los diarieros esperando para distribuir por la ciudad las noticias, como humildes y serviciales pregoneros.

Encomiendas y bultos que desembarcaban junto con la gente, y el nerviosismo de los que se unián al tren en los pocos minutos que faltaban para el pitazo de la partida.

El 16 mayo de 1874 llega el ferrocarril hasta Durazno, uniendo la capital departamental con Montevideo con un recorrido de 201,5 kilómetros, estando a cargo la línea de la compañía Ferrocarril Central de Uruguay (The Central Uruguay Railway Co, Ltd (C.U.R.C.)).

Esta línea pasa también por la estación de Florida.

Este medio de comunicación permitirá la llegada de la inmigración a Durazno.

A fines de 1888 se extiende un ramal desde Durazno hasta la vecina ciudad de Trinidad en el departamento de Flores.

En la última etapa de la presencia británica en los servicios ferroviarios, el tren llega a Sarandí del Yí, la segunda ciudad del departamento de Durazno, más tardíamente, en el año 1934.

Por ley de 9 de noviembre de 1925 se determina la ejecución de la línea Florida – Sarandi del Yi .A partir de mayo de 1933 se fueron habilitando tramos particulares de la línea férrea, hasta que el 23 de septiembre de 1934 se inauguró la línea hasta la Estación de Sarandí del Yi.

Los ferrocarriles serán nacionalizados en el año 1949, pasando a ser administrados por el Estado uruguayo.

Faltan las barreras, y los guardabarreras.

No vibra el asfalto, de las calles cercanas, al pasaje de los trenes hacia el sur y el norte.

Queda la esperanza de un nuevo ferrocarril que volverá, según dicen, a surcar de nuevo el paisaje de estas comarcas.

Pero, no será lo mismo.

Los trenes de antes eran mejores, por una simple cuestión de afecto intenso que dejan las cosas ya perdidas.

Texto y foto: Carlos Fariello