Un judío que pintó el Estadio Centenario.

Por Carlos Fariello

El Estadio Centenario fue inaugurado en 1930 con motivo de la realización del primer Campeonato Mundial de Fútbol.

Era en su época el primer y mayor estadio de cemento armado de Latinoamérica, con capacidad para 40.000 espectadores.

La mayoría de los obreros que participaron en la obra era inmigrantes de origen extranjero, yugoslavos, griegos, polacos, y de otros países europeos, lo que dificultó mucho dar las órdenes pues no hablaban español. Esto unido a otras contrariedades no fue obstáculo para terminar la obra en nueve meses. El arquitecto Scasso, quien dirigió la construcción, denominaba a la obra como “la torre de Babel”.

La siguiente crónica ilustra sobre uno de estos inmigrantes.

Corría el año 1929, un vapor procedente de la Europa del este traía varios pasajeros judíos de origen rumano, húngaro y polaco, entre otros, al puerto de Montevideo.

Acompañado por dos connacionales, Isaac Mendelsohn, proveniente del pueblo de Nasaub, en Rumania, se instalaban, no bien arribados, en una pensión, en las calles Pérez Castellanos y Cerrito, en la Ciudad Vieja.

Mendelsohn, es recordado en Durazno por iniciar un comercio de arreglos de zapatos con el nombre de “El signo de oro”, y que luego cristalizara en una pujante firma comercial presente desde 1935 hasta 1983.

Pero, la historia que nos ocupa tiene que ver con que en el año 1930, don Isaac, tuvo que emprender varios trabajos, o mejor dicho abordar diferentes oficios, como todo recién llegado, para poder subsistir. Entre ellos el de pintor de brocha gruesa, es decir realizaría tareas de ayudante en las obras en construcción por aquel entonces en la capital montevideana.

Un empleo que consiguió, precisamente en el año 1930, el año en que se conmemoraban los cien años de la Jura de la Constitución y además el año del primer campeonato de fútbol del mundo, fue participar como pintor del estadio que luego se denominaría “Centenario”.

Durante varios meses Mendelsohn fue testigo de la obra edilicia que fue inaugurada el viernes 18 de julio de ese año, según las crónicas de entonces, con el encuentro entre las selecciones de Perú y Uruguay ante la presencia de más de 55.000 espectadores.

Seguramente hubo varios obreros del mismo origen que Isaac pintando los muros del estadio, pero esta historia cuenta sobre él, testimoniado por su hijo Eduardo hace unos años.

Mendelsohn llegará a Durazno en 1934 cuando por ese entonces trabajaba como empleado para la empresa Bernat y Klosz, a pintar el local de la farmacia de Angueira, en 18 de Julio casi Herrera, donde hoy está el Super 18.

Luego al año siguiente, se casa con Ana Steiner, y atrapado por las bellezas del Yí, se radicará en Durazno hasta la década de 1950, naciendo en esta ciudad sus hijos.

Foto: CAFO